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LA CUARESMA

NUESTRO PADRE

DIOS ESTA SIEMPRE CON NOSOTROS

META 2.- Las y los niños conocen el camino de la cuaresma como el camino de la vida: un

camino en el que Dios siempre está con nosotros, y renuevan su actitud hacia Él.

Actitudes: Oración y Humildad.

INTENSIÓN: Profundizan en la importancia de fortalecer su encuentro con Dios y

descubren las actitudes de vida que de ahí surgen, para vivir de acuerdo a lo que Jesús quiere de cada uno de ellos.

Material a utilizar:

  • Cintas de color morado (una para cada niña-o)

  • Copias con la oración colecta del sábado de la I semana de cuaresma (uno para cada niño-a)

  • la fotografía que cada niña-o haya llevado

  • Sagrada Escritura (para el altar)

  • Texto de la Sagrada Escritura para cada niña-o

 

Acogida personal: ¡Hey qué bueno que estás aquí! Vamos a dar otro pasito en las reflexiones de nuestro tiempo de CUARESMA. (Se acoge de manera amable a cada interlocutor).

Acogida grupal: ¿cómo están hoy? ¿Qué tal estuvo su semana? ¿Cómo nos fue con nuestro compromiso? Vamos a prepararnos ahora para compartir nuestra segunda sesión de este tiempo de cuaresma.

Oración inicial: Como la semana anterior, vamos ahora a rezar la oración que tenemos todos juntos, en voz alta: Prestemos atención a lo que le estamos pidiendo a Dios, para que de corazón se lo pidamos con mayor fuerza. Se les pide a los niños-as que se pongan de pie y se les reparten copias de la oración colecta del sábado de la semana I de cuaresma (ver anexo).

 

Señor y Padre eterno,

haz que se conviertan a ti nuestros corazones

a fin de que, viviendo consagrados

enteramente a tu servicio,

te busquemos siempre a ti

y nos dediquemos a la práctica

de las obras de misericordia

Por nuestro señor Jesucristo, tu hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu

Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

Rezamos juntos un Padre Nuestro…

CONTEMPLAMOS DESDE LA FE:

Se lee el texto de Oseas 11, 1 – 4.

 

“1Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo. 2 Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí: a los Baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían incienso. 3 Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos no conocieron que yo cuidaba de ellos.   4 Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra  su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer”.

Palabra de Dios

 

Podemos leerlo varias veces, hasta que lo hayamos profundizado. Después de reflexionar unos momentos, compartimos las siguientes preguntas:

 

- ¿Qué dice el texto? ¿Que qué trata?

- ¿Quién está hablando? ¿De quién habla?

- ¿Qué gestos de cariño podemos encontrar?

 

El texto nos recuerda la salida de Egipto. Dios toma a Israel – el pueblo elegido – para llevarlo, educarlo y crecerlo. Dios se refiere a éste como un niño pequeño, que aún no ha aprendido a caminar, y nos muestra el afecto que le prodiga. Sin embargo, también dice el texto que “mientras más le llamaba, más se alejaba…” es decir, aquel niño pequeño no siempre quiso obedecer y muchas veces era caprichoso… ¡¡Qué diferente actitud a Jesús!! a ver, recordemos, Cómo era Jesús con su papá José y María? ¿Y con su Padre Dios, como era? ¿Qué recuerdan?

Así es, Jesús siempre fue obediente por amor, su único pensamiento, era hacer la voluntad de su Padre Dios y dar la vida por nosotros. Recordemos que en el texto de las tentaciones de Jesús en el desierto, nos menciona que él, no quiso caer en la propuesta del maligno, es decir, él le ofreció el egoísmo-placer; y él prefirió el servicio, la donación total de su persona, ante el poder y ambición, Jesús elije la humildad, el sacrificio, la alegría de quien se da totalmente... ¡qué caminos tan diferentes! El pueblo de Israel, que era el pueblo amado por Dios, prefiere seguir a otros dioses, seguir sus gustos y necesidades, el mirarse a sí mismos  y olvidarse de Dios y de sus hermanos que eran los más necesitados… Jesús no solo da su tiempo, cura a los demás, consuela a los tristes, sino que Él mismo se da como alimento para todos nosotros… Él mismo lava los pies de sus amigos.. Él mismo soporta la cruz y la muerte… todo,  por amor. Necesitamos tomar conciencia de este signo pleno de entrega… Jesús en el sacramento de la penitencia, nos da la oportunidad de reconciliarnos con Dios su Padre y nos vuelve a hacer amigos de los demás de nuestros hermanos y hermanas; por tanto, tenemos la oportunidad de mostrar que verdaderamente somos sus hijos, sus llamados…. Jesús, con la oración y el sacrificio que es la entrega por amor, nos enseña cómo no doblegarnos ante el peso de la cruz y ante las tentaciones de poder, ambición y egoísmo. Nos lanza a pensar también en los demás y a buscar formas de servir a los demás, como Él.

CONFRONTAMOS CON LA REALIDAD:

Todos hemos sido niños: pequeños, frágiles, necesitados de cuidados especiales, etc. Si tenemos hermanitos o sobrinos, podemos vernos reflejados en ellos. Dios y nuestra familia han estado siempre con nosotros y miran cómo vamos creciendo día con día. Cada vez, paso a paso, nos hacemos más grandes, más maduros, vamos obteniendo mayores responsabilidades en casa, en la escuela… A veces, sin embargo, seguimos comportándonos como niños pequeños, caprichosos, chantajistas… así como reflexionamos la semana pasada, muchas veces no entendemos que nuestros papás nos quieren cuidar y sólo quieren nuestro bien. Dios cuida cada uno de nuestros pasos, va con nosotros en el camino de nuestra vida aunque a veces no nos damos cuenta, y corremos el riesgo de no tomar siempre en cuenta que Él está siempre a nuestro lado.

 

Actividad:

  • Vamos a mirar nuestra foto de cuando éramos niños: traigamos a la mente los recuerdos, experiencias y anécdotas que hemos vivido. Algunos nos causan felicidad, otros, tristeza, pero Dios nunca se ha apartado de nuestro lado.

Puede ser que algunos de nosotros en casa tengamos en la sala o en algún rincón el clásico retrato de “caritas” que nos tomaron cuando éramos bebés: en una foto salimos riendo, en otra serios, en otra llorando, etc. Dios está en cada momento con nosotros, para acompañarnos y cuidarnos ¡dejémonos querer y cuidar por Él!

  • Con la fotografía en la mano, vamos a compartirla con nuestro compañero de al lado y vamos a decirle alguna frase que encierre la gratitud a Dios por nuestra familia y por los momentos hermosos o no tan buenos que ha permitido que pasemos en familia, porque en ella descubrimos la Presencia de nuestro Padre Dios.

 

PROPONEMOS PARA AVANZAR:

Este tiempo de cuaresma es ideal no sólo para reconciliarnos con Dios, sino para renovar nuestro amor hacia Él. Tengámosle en cuenta más aún procurando no “desviarnos” del camino ni hacer cosas que le desagradan sino tener presente cómo nos consuela y apapacha, recordando su mirada amorosa para premiarnos siempre. Sabemos que nuestro padre Dios nos quiere mucho, por lo que debemos ser agradecidos con Él. Como vimos la sesión anterior, hay que obedecer y respetar a nuestros papás por nuestro bien. También ahora, descubrimos que Nuestro Buen Padre Dios quiere que estemos bien y seamos felices. Ahora, vamos a pedirle a Dios que nos conceda ser serviciales, entregados por amor a Jesús y a los demás.

 

Compromiso: ahora, yendo nuevamente al sagrario, vamos a pedirle perdón a Dios por las veces que no nos hemos portado como verdaderos hijos. También vamos a agradecerle por estar siempre junto a nosotros cuidándonos, pidiéndole que sepamos reconocer su presencia, especialmente en nuestros hermanos y compañeros.

COMPROMISO COMUNITARIO: Vamos ahora a colocarnos otra cinta morada. Nuestro compromiso comunitario esta vez consistirá en hacer una obra espontánea de caridad y servicio con este pensamiento: “Señor, haré esta obra ofreciéndotela a ti como gratitud por el gran cuidado y amor que me tienes”. También procuraremos – en el transcurso de la semana – venir a nuestra iglesia (capilla) para orar un momento con nuestro padre Dios. Él nos tiene siempre presentes, ¡tengámosle también nosotros presente!

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