Celebración de la entrega de la
Sagrada Escritura
1. Preparando la Celebración
Ambientación
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La Sagrada Escritura es el signo principal de esta celebración.
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La capilla, el templo o la sala se dispone en semicírculo (abanico) en torno a un atril cubierto con un paño blanco o de colores, sobre el cual se ha puesto una Biblia abierta en Hebreos 4,12-15 y registrada en Lc 8, 4 -15
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En la pared, detrás del atril o mesa, hay un cartel bien visible que dice en letras grandes: TU PALABRA ME DA VIDA.
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Delante del atril se coloca un macetero con alguna planta viva.
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Cirio encendido y flores, y alrededor las Biblias.
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Se dispone de un ministerio de Música.
2. Desarrollo de la Celebración
Monitor/a: Cantamos todos: Juntos como hermanos.
Sacerdote: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos: Amén
Sacerdote:
Queridos niños y niñas de la catequesis de nuestra parroquia: La Palabra de Dios es un alimento fundamental para los cristianos. Así como esta planta que vemos delante del atril no podría vivir sin agua y sin luz, así nosotros, los cristianos, no podríamos vivir sin la Palabra del Señor. Ella es un tesoro precioso que nunca se agota, porque Dios jamás deja de hablarnos a través de ella. De nosotros depende que su Palabra no resuene en vano, sino que seamos abiertos y dóciles a lo que Él nos revela, nos enseña y nos pide.
Monitor/a: Escuchemos ahora la Palabra de Dios en la Carta a los Hebreos
Lector/a:
De la Carta a los Hebreos 4, 12-15
Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas. Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
Palabra de Dios, te alabamos Señor.
Monitor/a:
Cantamos todos con fuerza: Tu Palabra me da vida.
Monitor/a: Ahora se va a proclamar un pasaje del Evangelio de San Lucas.
Sacerdote:
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 4-15
En cierta ocasión una semilla cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: « ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».
Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a sus constancia.
Palabra del Señor, gloria a ti Señor Jesús.
(Luego, el sacerdote puede hacer un muy breve comentario del texto: Jesús es la Palabra, camino, verdad y vida; la tierra, que somos nosotros, hay que hacerla fértil para que la semilla fructifique).
3. Entrega de la Biblia
Monitor/a:
Para que la Palabra de Dios dé fruto en nosotros, tenemos que ser buena tierra. Ser buena tierra significa escuchar la Palabra y ponerla en práctica; decirle al Señor, como la Virgen María cuando la visitó el ángel Gabriel para anunciarle que iba a ser la madre de Jesús: «Hágase en mí según tu Palabra». Cada uno de los que formamos los estos grupos de catecismo vamos a recibir ahora la Sagrada Escritura, no para guardarla en un estante, sino para leerla personalmente, para meditarla y orarla en el grupo del catecismo; especialmente para confrontarla y estudiarla, así como también con nuestra familia para practicarla en medio de las circunstancia de cada día como Jesús, nuestro Señor lo pide.
(Cada uno de los presentes se acerca hasta el sacerdote)
Sacerdote:
Recibe la Sagrada Escritura que contiene la Palabra de Dios.
Miembro del grupo: Amén
(Después de besarla, se retira)
Monitor/a:
Después de haber recibido de manos de nuestro párroco la Sagrada Escritura, cuatro de nosotros van a abrir su Biblia y, en nombre de todos, buscará el texto del papelito que se le ha entregado, y lo leerá en alto desde su Biblia. Al final de cada lectura, todos respondemos: «Hágase en mí según tu Palabra».
1. «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, así será mi Palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo» (Is 55, 10,11).
«Hágase en mí según tu Palabra».
2. «Jesús dijo: Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis, porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos» (Mc 10,14).
«Hágase en mí según tu Palabra».
3. «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo: lo descubre un hombre, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todas sus posesiones para comprar aquel campo» (Mt 13,44).
«Hágase en mí según tu Palabra».
4. «Felices los pobres de corazón, porque el Reino de los cielos les pertenece» (Mt 5,3).
«Hágase en mí según tu Palabra».
Monitor/a:
Después de haber contestado hágase en mí según tu Palabra, a continuación de cada versículo escuchado, le pedimos al Señor que nos regale la docilidad de María ante su Palabra. Y para que nos ayude con su intercesión le rezamos:
Dios te salve María, llena eres de gracia...
4. Bendición (oración) final
Sacerdote:
Al terminar esta celebración, nos vamos a comprometer a no dejar nuestra Sagrada Escritura en un rincón, sino a leerla individualmente y en grupo, a hacer oración con ella y a cumplirlo que Dios nos pida. Ella es la semilla que el Señor hoy planta en cada uno de nosotros y en los grupos en cuanto tal. Todos tenemos que ser buena tierra, para que brote, florezca y dé fruto la buena semilla de la Palabra de Dios. Por eso, permítanme que les pregunte ahora, queridos niños y niñas de la catequesis de nuestra parroquia:
Sacerdote: ¿Quieren esforzarse para escuchar la palabra de Dios y cumplirla?
Todos: SÍ
Sacerdote: ¿Van a colocar la Sagrada Escritura en un lugar visible de la casa, sin olvidarla en un rincón, y la van a usarla como alimento en su vida de oración?
Todos: SÍ.
Sacerdote: ¿Se comprometen a ser difusores de la lectura orante y creyente de la Palabra de Dios en grupo o en privado; o bien con la familia?
Todos: SÍ
Sacerdote:
Gracias, Señor, porque la semilla que hoy has sembrado en nosotros ya comienza a brotar cuando escuchamos juntos tu Palabra. Ayuda a estos grupos de catequesis a penetrar en lo que has revelado y está contenido en la Sagrada Escritura, y ayúdales también a que lo vivan y a que lo enseñen a vivir a otros. Que tu Palabra, Señor, sea siempre luz en su camino y, guiados por ella, como los Magos por la estrella, lleguen al portal del cielo y sean felices junto a tu Hijo, Palabra eterna, que vino a este mundo y es Luz para todos los pueblos. Por Aquel que vive y reina. Por los siglos de los siglos
Todos: Amén.
Sacerdote:
Y la bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
Todos: SÍ.
Monitora: Cantemos a nuestra Madre la Virgen
Mientras recorres la vida u otra.
ANEXO
Posibles textos bíblicos para los papelitos
5. «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, así será mi Palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo» (Is 55, 10,11).
6. «Jesús dijo: Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis, porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos» (Mc 10,14).
7. «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo: lo descubre un hombre, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todas sus posesiones para comprar aquel campo» (Mt 13,44).
8. «Felices los pobres de corazón, porque el Reino de los cielos les pertenece» (Mt 5,3).
9. «Dijo Jesús a sus discípulos: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rogad al dueño de los campos que envíe trabajadores para su cosecha» (Mt 9, 37-38).
10. «Vosotros sois la sal de la tierra: si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se le devolverá su sabor? Sólo sirve para tirarla y que la pise la gente» (Mt 5,13).
11. «Vosotros sois la luz del mundo. No se enciende una lámpara para meterla en un cajón, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa» (Mt 5, 14,15).
12. «Tratad a los demás como queréis que los demás os traten. En esto consiste la ley y los profetas» (Mt 7,12).
13. «Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos» (Jn 15, 12-13).
14. «El Reino de los cielos se parece a un comerciante de perlas finas: al descubrir una de gran valor, va, vende todas sus posesiones y la compra» (Mt 13, 45-46).
15. «Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, cantad en su honor eternamente. Que la tierra bendiga al Señor, cante en su honor eternamente» (Dan 3, 57.74).
16 «Lo sembrado en tierra fértil es el que escucha la Palabra y la entiende. Ése da fruto» (Mt 13,23).
17. «Jesús, tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía» (Lc 22,19).
18. «Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre» (Jn 6,51).
19. «Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12).
20. «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas» (Jn 10,11).
21. «Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por mí» (Jn 14,6).
22. «Amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios» (1Jn 4,7)