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Escuela para Padres

TEMA 2

| Dios nos escucha y

Nos perdona siempre, y...

 

Señor, tú me sondeas y me conoces,

tú sabes si me siento o me levanto;

de lejos percibes lo que pienso,

te das cuenta de si camino o si descanso,

y todos mis pasos te son familiares.

(Salmo 139)

 

Hoy nos reunimos para:

 

  • Descubrir a Dios como un amigo con quien se puede tener confianza para hablarle desde nuestra intimidad.

  • Descubrir a Dios como el Padre que se interesa siempre por nosotros y nos perdona cuando no hacemos bien algo.

  • Darle gracias por todo lo que nos ha regalado y que nos suscita sentimientos de admiración, alabanza y gratitud a Dios.

 

II. VER NUESTRA REALIDAD

 

  1. En la relación que tienes con Dios ¿qué pesa más, la confianza o el temor?

  2. ¿En qué momentos de tu vida has descubierto que Dios te escucha?

  3. ¿Qué experiencia tienes del perdón de Dios? ¿Cómo le pides perdón?

  4. ¿Hemos recibido una educación de gratitud ante todo lo que hemos recibido de Dios?

 

III. PROFUNDIZAR EN EL MENSAJE

 

  • Dios es nuestro amigo

Jesucristo dijo: «Ya no os llamo siervos, os llamo amigos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor.». La vida cristiana es una relación de amistad con una persona viva, Jesucristo. No se reduce a cumplir unas normas, sino que el vivir esas normas es expresión de una amistad. Por ejemplo, no solo «voy a misa» por cumplir. Voy a encontrarme con el Señor que me ama. Él se alegra de verme entrar en la Iglesia.

 

Toda mi vida está envuelta en esa presencia de Dios que me ama: mi trabajo, mi descanso, mi vida familiar, mis relaciones...

 

  • A Dios le interesa nuestra vida

Nuestras acciones son un gozo o un dolor para Dios. Dios nos ama, por eso le llega nuestra vida. Por ejemplo: si me insulta un desconocido, me afecta poco; si ese mismo insulto me lo dice mi hijo, me llega al alma; si mi hijo llega con un 10 del colegio, me da una gran alegría...

 

  • Dios nos perdona

¿Qué es el pecado? El pecado no es solo la trasgresión de una ley. Por ejemplo: si me salto una señal de tráfico, tendré que pagar una multa, pero no he ofendido al que estableció esa norma, porque no hay una relación de amistad. Cuando hay relación de amistad —padres-hijos, esposos, amigos—, se hace posible la ofensa. El pecado es una verdadera ofensa a Dios, porque nos ama y espera de nosotros una respuesta de amor.

 

  • Dios siempre nos perdona

No debemos tener miedo de reconocer ante Dios que hemos fallado, que hemos pecado, porque Él nunca se cansa de perdonarnos. Por ejemplo: cuando un niño rompe algo, lo esconde para que no lo vean sus padres, se calla y sus padres se disgustan. Sin embargo, si el niño va arrepentido a decir a sus padres lo que ha roto, estos le perdonan y están contentos de que su hijo sea sincero. La condición para que Dios nos perdone es reconocernos pecadores.

 

Hemos de mostrar al Señor nuestros pecados para que los perdone. Por ejemplo: cuando uno tiene una herida, para que se la curen ha de enseñarla; si yo rompo la amistad con un amigo y después decido volver, pueden pasar dos cosas o que me reciba de nuevo como amigo o que ya no quiera saber nada. Cuando nosotros nos separamos de Dios por el pecado, ¿Dios nos aceptará en su amistad cuando volvamos? ¡SÍ!, SIEMPRE. Cristo crucificado está con los pies clavados para esperarnos y los brazos abiertos para abrazarnos y darnos su perdón.

 

¿Dónde recibo un abrazo de perdón? En el sacramento de la Penitencia o Confesión.

 

En él, Dios cura las heridas que el pecado nos produce, devuelve la paz que el pecado nos quita, nos resucita a la vida que el pecado ahogó. Y ¿quién no necesita curación, paz, vida?, ¿quién no necesita perdón? Debemos acostumbrar a los niños a pedir perdón cuando hacen algo mal y a que, por la noche, cuando recen y hablen con el Señor como con un amigo, hagan su «examen de conciencia», su repaso del día, pidiendo perdón por las cosas malas que han hecho, dando gracias por las cosas buenas y pidiendo ayuda para al día siguiente ser mejores (perdón, gracias, ayuda).

 

IV. CÓMO EXPLICAR Y VIVIR ESTE TEMA EN CASA

 

  • Primero, se comenta el dibujo de arriba. A continuación, se repasa con el hijo su vida diaria en casa, en el colegio y con amigos y relaciones, para determinar lo que se hace mal.

  • En casa, primero, padres e hijo leen la parábola de «La oveja perdida» del evangelio de Lucas (15,4-6). "Él entonces les contó esta parábola: "Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido. Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse".

  • La Biblia nos enseña que somos como ovejas y que en ocasiones nos alejamos de Dios. Esto pone triste a Dios, pero él nunca se da por vencido. Él sigue buscándonos y llamándonos. Desea que estemos nuevamente en sus brazos. Hasta envió a su hijo Jesús a salvar aquellos que estaban perdidos. ¿No te alegras de que Dios no se dé por vencido al tener ovejas perdidas? Yo me siento muy feliz porque una vez yo estaba perdido, pero ahora he sido encontrado".

  • Querido Jesús, tú eres el Buen Pastor. Deseamos agradecerte el que hayas venido a salvar a los que se habían perdido. Amén

 

V. PARA HACER Y VIVIR EN LA CATEQUESIS

 

  • Jesús es toda misericordia, Jesús es todo amor: es Dios hecho hombre.

  • Cada uno de nosotros, cada uno de nosotros, es esa oveja perdida; cada uno de nosotros es ese hijo que ha derrochado la propia libertad siguiendo ídolos falsos, espejismos de felicidad, y ha perdido todo.

  • Pero Dios no nos olvida, el Padre no nos abandona nunca. Es un padre paciente, nos espera siempre. Respeta nuestra libertad, pero permanece siempre fiel.

  • Y cuando volvemos a Él, nos acoge como a hijos, en su casa, porque jamás deja, ni siquiera por un momento, de esperarnos, con amor.

  • Su corazón está en fiesta por cada hijo que regresa. Está en fiesta porque es alegría. Dios tiene esta alegría, cuando uno de nosotros pecadores va a Él y pide su perdón.

  • La alegría de Dios es perdonar, ¡la alegría de Dios es perdonar! Es la alegría de un pastor que reencuentra su oveja.

  • Si en nuestro corazón no hay la misericordia, la alegría del perdón, no estamos en comunión con Dios, aunque observemos todos los preceptos, porque es el amor lo que salva, no la sola práctica de los preceptos.

 

VI. PARA REZAR EN LA FAMILIA

 

Oh Jesús, a través de tu compasión

enséñanos a perdonar desde el amor,

enséñanos a olvidar desde la humildad.

Ayúdanos a examinar nuestro corazón

y a ver si hay alguna herida no perdonada

o alguna amargura sin olvido.

Permite que el Espíritu Santo

penetre en mi espíritu

y remueva todo rastro de enojo.

Derrama tu amor en paz y alegría en nuestros corazones en proporción

a nuestro vacío de propia complacencia, vanidad, ira y ambición.

Ayúdanos a cargar con ánimo la Cruz de Cristo.

Que así sea.

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