2. MEDITACIÓN:
Aplicar lo que dice el texto a nuestra vida
“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia y todas esas cosas se les darán por añadidura”. No se puede servir a Dios y a lo que se opone a él, en este caso, al dinero injusto
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¿Qué pensar ante esta expresión tan contundente? Analicemos nuestra fe de acuerdo a lo que enfatiza el evangelio de hoy. ¿Qué pensar de nuestras preocupaciones por lo material? ¿Por qué no tenemos que permitirnos un desasosiego?
No basta con preocuparse, hay que ocuparse de manera adecuada ¿Qué puedo pensar a partir de esto?
El evangelio pide que el discípulo no se angustie por la comida y el vestido e introduce una
razón general con una pregunta retórica – de esas que casi se resuelven por sí mismas: “¿No vale la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”. ¡Claro que sí valen más la vida y el cuerpo! Más aún, para que la preocupación por la comida y el vestido no sean desmedidas tiene que ser precisamente desde lo que vale más: la vida y el cuerpo. Así adquirirán su justo valor.
El sistema neoliberal obliga a la mayoría de las personas a vivir pensando todo el día en la comida y la ropa, y produce el ansia de comprar y consumir hasta el punto de no dejar espacio para nada más. Jesús dice que la vida vale más que los bienes de consumo. El sistema que nos ha tocado vivir impide la vivencia del Reino.
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¿Cómo vivo mi relación con Dios y con los bienes materiales?¿Qué tanto me afecta la "sociedad de consumo"? ¿Qué tanto cuentan para mí las "marcas" y las modas? ¿Confío realmente en Dios?
A la pregunta del versículo 25 le siguen otras dos (vv. 26-27), que piden respuestas evidentes: la persona vale más que las aves del cielo y nadie puede, a fuerza de angustiarse, aumentar un mínimo de tiempo a su vida. Si Dios cuida de las aves del cielo “que no siembran ni recogen” ¡Cuánto más cuidará de las personas que sí siembran y recogen!
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En el corazón del ser humano: compiten Dios y las riquezas. ¿Por qué un esclavo no puede "trabajar" para dos amos o dueños al mismo tiempo? · ¿Qué ocurriría si el esclavo estuviera al servicio de dos patrones al mismo tiempo?
El texto toma la preocupación por el vestido e introduce otro elemento de comparación, también del campo: los lirios. Ellos no hilan y Dios los viste a pesar de su caducidad inmediata, pues la hierba “hoy es y mañana se echa al horno” (v. 30) ¡con más razón cuida de las personas! Es cierto que el hombre caduca también y no puede agregarle tiempo a su vida, aunque se preocupe. Sin embargo, Dios lo protege.
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¿Por qué no hay que poner al centro de la vida la preocupación por el comer?
¿Qué hay que aprender de las "flores del campo"?
Los discípulos y la muchedumbre tienen un grave problema: se mueven entre la increencia y la fe; son gente con una fe deficiente, pusilánimes (en griego: ‘oligopistoi’. Esta actitud refleja no sólo falta de confianza en Dios, sino desconocimiento en sí mismo y falta de capacidad para percibir de manera adecuada la presencia de Dios en la propia vida.
La falta de fe consiste en hacer a un lado los principios de Dios y poner en su lugar al dinero; también en el desequilibrio de valores. Incluso, entraría la angustia desmedida; lo contrario de la preocupación adecuada. Igualmente sería falta de fe desconfiar de la bendición de Dios, cuando realmente se ha trabajado y caer en la actitud ingenua de pensar que preocupándose o deseándolo se puede alargar la existencia.
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¿Cómo trata Dios a los seres humanos que ha creado? ¿Por qué hay que confiar infinitamente en Dios? ¿Qué es la "Divina Providencia?
Sería también falta de fe no creer en la preocupación de Dios por sus hijos. La sola preocupación no es ya ocuparse de algo. Puede haber personas que se la pasan planeando, pero no realizan lo que han pensado, quienes tienen buenas ideas pero no logran hacerlas acciones. “Del dicho al hecho hay mucho trecho”. El evangelio nos pide actuar desde la raíz, buscar primero el Reino de Dios y su justicia…” (v. 33).
Lo más cercano textualmente para comprender lo que es el Reino de Dios son las bienaventuranzas y el amplio bloque del discurso del sermón de la montaña (5,3-6,23). Trabajar por el Reino y su justicia es procurar que la pobreza se erradique, es tener hambre porque la justicia se haga presente, es actuar con misericordia y amar al enemigo. Cuando el discípulo se esfuerza por la consecución de estos valores, todo lo demás (vestido, alimento…) vienen por añadidura, no de manera mágica sino como consecuencia real.
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¿Busco tener al Señor como centro de mi vida o queda siempre en un segundo lugar?
¿A qué le doy más importancia, a los bienes materiales, al dinero del que puede disponer o a Dios, y a lo que Él quiere de mí?