MONICIONES PARA LA CELEBRACIÓN
MONICIÓN ANTES DE LA ENTRADA DEL SACERDOTE
Nosotros hemos recibido una tradición que viene desde los Apóstoles, hace dos mil años, según la cual el Señor Jesús, antes de dar su vida por nosotros, reunido con ellos para celebrar la Pascua, tomó pan, dio gracias a Dios, Padre suyo y Padre nuestro, lo bendijo y se lo dio diciendo: «Tomen y coman todos de Él, porque esto es mi cuerpo». Acabada la cena, tomó el cáliz lleno de vino, dando de nuevo gracias a Dios, lo bendijo y lo dio a sus discípulos diciendo: «Tomen y beban todos de él, éste es el cáliz de mi sangre, que será derramada por ustedes y por todos para el perdón de los pecados». Y les dijo después: «Hagan esto en memoria mía».
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Este día (o bien tarde), siguiendo la invitación del Señor, vamos a cumplir su mandato. Vamos a celebrar la Eucaristía en la que los niños y niñas de nuestra Comunidad, por primera vez, recibirán a Cristo en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
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Para favorecer el clima de oración y de escucha y por respeto al lugar y al momento en el que nos encontramos, a partir de ahora, todos los teléfonos celulares deberán estar apagados.
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Los invito a ponernos de pie. Vamos recibir al sacerdote y a sus ministros, entonando el canto de entrada.
Inicia el Canto de entrada
MONICIÓN ANTES DE LA PRIMERA LECTURA
Cuando sentimos hambre y no tenemos nada para comer, nos irritamos, estamos de mal humor, nos quejamos. Los israelitas, en el desierto del Sinaí, pasaron hambre y protestaron. Dios escuchó su queja y puso al alcance del pueblo un alimento desconocido para ellos, pero capaz de saciar su hambre. Moisés al verlo exclamo: «Éste es el pan que el Señor les da de comer».
MONICIÓN ANTES DE LA SEGUNDA LECTURA
Cuando participamos de una misma mesa y de un mismo pan, nos sentimos más unidos. San Pablo nos lo dice en este pasaje que vamos a escuchar. Cuantos comemos del mismo pan, que es Jesús, quedamos tan unidos con Él que formemos un solo cuerpo.
MONICIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Cuando partimos nuestro pan con los demás, les damos algo de lo nuestro que nos hace vivir. Este gesto o signo hizo Jesús en la última Cena para decir a sus discípulos que entregaba su vida por nosotros. Cada vez que celebramos la Misa, el sacerdote recuerda el gesto de Jesús, parte el pan que es Jesús y nos lo entrega. Cuando lo comemos, Jesús nos une a Él, nos da su vida y podemos vivir compartiendo nuestra vida y nuestras cosas con los demás.
MONICIÓN ANTES DEL OFERTORIO
Hasta este momento de la Misa, oramos y escuchamos la Palabra de Dios. Ahora vamos a preparar la Mesa de la Eucaristía.
Pondremos el pan y el vino sobre el Altar para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, el alimento que nos da vida eterna.
Acompañaremos el pan y el vino con una ofrenda para los pobres. Jesús nos enseña que debemos ser compartidos porque no podemos amarlo a Él si no ayudamos a nuestros hermanos necesitados.
También realizaremos la Colecta con la ayudamos a cuidar nuestro templo porque nos sentimos responsables de las necesidades materiales de nuestra Comunidad.
Canto del Ofertorio
MONICIÓN ANTES DE LA PLEGARIA EUCARÍSTICA
Vamos a empezar ahora el momento más importante de nuestra celebración.
Juntos daremos gracias a Dios por todas las cosas buenas que ha hecho por nosotros y sobre todo le daremos gracias por la cosa más grande que ha hecho: enviarnos a Jesús, para que esté con nosotros, para que nos enseñe a vivir amando de verdad tal como Él nos ama.
Después, dando gracias, el sacerdote repetirá las palabras y los gestos que Jesús hizo el día antes de su muerte, los gestos con los que nos dejó en el pan y el en vino su Cuerpo y su Sangre, para que fueran alimento para nuestra vida, para que pudiéramos estar siempre muy unidos a Él.
Ahora pues, prestemos mucha atención a lo que vamos a hacer, a escuchar y a decir.
MONICIÓN PARA EL INICIO DE LA COMUNIÓN
En este momento, los niños y niñas, acompañados por sus padrinos y madrinas, atendiendo a las indicaciones de las catequistas, se irán acercando de manera ordenada a los reclinatorios y de rodillas, tras responder «Amén» al sacerdote, comulgarán reverentemente el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
A los demás la Sagrada Comunión será llevada a sus lugares por los Ministros.
Cantos de Comunión
MONICIÓN ANTES DE LA BENDICIÓN FINAL
Queridos niños y niñas, esta Misa -que está por terminar- es para Ustedes un punto de partida: es la Primera de muchas Comuniones.
Como discípulos de Jesús -pequeños y grandes- seguiremos siendo convocados a celebrar la Eucaristía en el Día del Señor. Para crecer como cristianos. Y para que a ninguna de nuestras familias le falte una luz del domingo, que es Jesús en la Palabra y en la Comunión: nuestro amigo y hermano, fuente de la alegría y del amor que necesitamos durante la semana.
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Ahora, con un corazón agradecido por el regalo de este Día, dispongámonos a recibir la Bendición del sacerdote.