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TEMA 6:

SOMOS IGLESIA PARA VIVIR EN

COMUNIÓN POR LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO  

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«Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo» 1 Cor 12, 4

Objetivo:

«Reflexionar y tener la vivencia de que somos una Iglesia que vive en comunión sostenida por la

fuerza del Espíritu Santo para que fortalecidos y entusiasmados por Él, testimoniemos y llevemos

concretamente esta vivencia a nuestra vida ordinaria»

 

Para tener en cuenta:

 

Utilizando el material que les proponemos para este encuentro, sugerimos que este encuentro,

según las necesidades de cada comunidad y si lo creen conveniente se pueda realizar: Por una

parte el tema como ordinariamente se ha hecho en las horas anteriores, o por otra, por medio de la oración ante el Santísimo.

  • Sugerimos colocar en un letrero el nombre del tema, una imagen del Espíritu Santo y colocar también algunas frases alusivas a la comunión.

  • Para la celebración es necesario prever los siguientes signos: Balón, signo de interrogación, planta, dibujo de un corazón, estola, arena, frutas.

  • Si se hace la oración con el Santísimo, prever todo lo necesario para la exposición.

  • Poner un signo de personas unidas de las manos alrededor del Espíritu Santo.

 

Bienvenida y ubicación:

 

Sean bienvenidos. Hoy reflexionaremos un asunto muy importante, la vida de comunión en nuestra parroquia, en nuestra sociedad, en nuestras familias, en nuestra persona, pero más que ello, seremos invitados a reconocer y vivir que el Espíritu Santo es la fuerza y quien genera y sostiene la comunión. Participemos prestando toda nuestra atención y aprovechemos al máximo todo lo que Dios quiere regalarnos en este día.

 

Oración inicial:

 

Antes que todo, los invitamos por medio de la oración, a hacer conciencia de la presencia del Espíritu Santo en cada uno de nosotros, ser conscientes de la gran fuerza que habita en aquel que abre las puertas de su vida al Espíritu de Dios. Nuestro Dios es «comunión», es «familia», vive y actúa en comunión: ¡Gloria a Dios Padre!, ¡Gloria a Dios Hijo!, ¡Gloria a Dios Espíritu Santo!

 

«Ungidos por el Espíritu de Dios» Padre nuestro, tú nos has elegido desde el principio, para que reproduzcamos en nosotros los rasgos de tu Hijo, de modo que Él sea el primogénito entre muchos hermanos.

 

Nos has llamado, nos has dado tu amistad, nos has hecho partícipes de tu gloria. La garantía es el Espíritu que has puesto en nuestros corazones.

Hijos tuyos son los que se dejan guiar por tu Espíritu, Padre. No hemos recibido un espíritu que nos convierta en esclavos; por el contrario, tu Espíritu nos transforma en hijos y nos permite exclamar: « ¡Padre!».

 

Si somos hijos, también somos herederos. Si participamos con Cristo en sus sufrimientos, también compartiremos la gloria con El. Ayúdanos, Padre bueno, a comprender que nuestro cuerpo es templo tuyo, y que el Espíritu habita en nosotros. Que ya no somos nuestros propios dueños, pues fuiste tú quien pagó nuestro rescate, Y por tanto, te hemos de glorificar con nuestro cuerpo.

 

Haz que todos tengamos un mismo sentir, que vivamos en paz, para que tú, Dios del amor y de la paz, estés con nosotros, y tu amor, y la comunicación del Espíritu Santo estén en todos nosotros.

 

Padre, creemos que uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu como una es la esperanza a la que hemos sido llamados. Sólo hay un Señor, sólo una fe, sólo un bautismo. Sólo un Dios, Padre de todos nosotros, que a todos dominas, por medio de todos actúas y en todos vives. Padre, si vivimos en tu amistad, no vivimos según la carne, sino según el Espíritu, y tu Espíritu, Dios nuestro, habita en nosotros. Somos una carta, Padre, escrita no con tinta, Sino con el Espíritu de tu Hijo; no en tablas de piedra, sino en la tabla de nuestro corazón humano.

 

Te pedimos, Padre, que derrames sobre nosotros los tesoros de tu bondad, que tu Espíritu nos llene de fuerza y de energía hasta lo más íntimo de nuestro ser; que Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de nuestra vida; que el amor nos sirva de cimiento y de raíz. Padre, tú has derramado en nuestros corazones tu amor, manifestado en Jesucristo, por medio de tu Espíritu Santo; y nosotros, en comunión con tu Espíritu, con Jesús, nuestro hermano, te llamamos con el corazón gozoso: ¡Abba, Padre!

 

 

                           VEAMOS

                             Para este momento del veamos presentamos diversas frases que pueden ser de mucha utilidad para la reflexión                                  de la realidad. Son sólo una sugerencia a elección, que podrán utilizarse al gusto de quien coordina el tema

 

En nuestra vida social y en nuestras comunidades eclesiales se dan actitudes, situaciones y acciones que nos indican con toda claridad si somos individualistas o vivimos en comunión. Personalmente en tu comunidad, familia y en tu parroquia, tú:

 

  1. ¿Favoreces el individualismo? O ¿Trabajas por la comunión?

  2. Cómo describirías a tu comunidad  o tu familia: ¿Cómo Iglesia de comunión o como Iglesia individualista?

  3. ¿En tu comunidad se da testimonio de comunión? ¿Se les nota que el Espíritu de Dios actúa en ellos?

 

Te presentaremos algunas frases, lee pausadamente, retén y comparte las que más se den en tu comunidad o familia. No sin aportar otras que no están escritas, pero sin embargo se dan.

 

  • Estamos llamados a vivir en comunidad.

  • Necesitamos de los demás.

  • Sólo en la unidad construiremos el Reino de Dios.

  • La común-unidad, atrae.

  • La crítica, la división, repele.

  • Que feos, que mal hacen los grupos o familias que se pelean entre sí, que se envidian, que trabajan cada uno para su santo, no para el reino.

  • Eso es lo que quiere Cristo, que vivamos unidos bajo un mismo objetivo.

  • Pertenecemos a la familia, la comunidad y a la Iglesia, en concreto y es ahí donde debemos hacer que florezca la común-unión.

  • Falso el que dice, yo a Cristo si, a la familia, comunidad  e Iglesia no, no se puede.

  • Con el pecado me excluyo de la comunidad.

  • La comunión hay que construirla día con día, no es algo acabado.

  • Seamos puentes de comunión, no de división.

  • Todos unidos para hacer el bien, nunca el mal, esto es construir el reino de Dios.

  • No podremos cumplir nuestra misión, nuestro carisma, sino vivimos en comunión.

  • Que el triunfo de un grupo, de la familia, de un movimiento sea triunfo de todos los grupos que forman la parroquia.

  • Que hermosa es la comunión, cuando no tenemos nada en común, que mal nos sentimos.

  • Vivir la comunión es decidirnos tú y yo libremente a vivir en común-unión y esto se da, cuando se tiene al Espíritu Santo. Es un fruto del Espíritu en nosotros.

  • Podremos estar juntos pero no en común-unión.

  • El ser humano solo podrá realizarse en su vida en el seno de una comunidad.

 

Atentados contra la comunión:

  • El individualismo

  • La competencia con los demás, yo gano, tu pierdes, y no el yo gano, tu ganas.

  • Los celos y oposiciones

  • Llenarse de vanidades

 

  • Dios no quiere salvarnos aisladamente, sino en comunidad.

  • Dentro de los atentados contra la comunión está el que en algunas familias, comunidades y grupos de la Iglesia no hay integración y cooperación.

  • Muchos cristianos piden misas especiales.

  • Sacramentos sin preparación o fuera de los comunitarios.

  • Etc… etc…

 

                     PENSEMOS

                     Es el Espíritu de Dios quien nos hace comprender la Palabra de Dios, es Él quien nos ha reunido en este día en                                        comunión y es Él quien con su fuerza nos hará dar frutos abundantes de comunión. Recibamos con gran gozo la Palabra de Dios y escuchemos con atención el  mensaje que el Espíritu nos quiere transmitir hoy. Se ponen de pie, demos un fuerte aplauso a la Palabra de Dios y cantemos «Tú palabra me da vida».

 

Se proclama:

1 Cor 12, 4-27                    

«Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de actividades, pero uno mismo es el Dios que activa todas las cosas en todos. A cada cual se le concede la manifestación del Espíritu para el bien de todos. Porque a uno Dios, a través del Espíritu, le concede hablar con sabiduría, mientras que a otro, gracias al mismo Espíritu, le da un profundo conocimiento. Por el mismo Espíritu Dios concede a uno el don de la fe, a otro el carisma de curar enfermedades, a otro el poder de realizar milagros, a otro el hablar de parte de Dios, a otro de distinguir entre espíritus falsos y verdaderos, a otro el hablar un lenguaje misterioso y a otro, en fin, el don de interpretar ese lenguaje. Todo esto lo hace el mismo y único Espíritu, que reparte a cada uno sus dones como él quiere.

 

Del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, por muchos que sean, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos recibido un mismo Espíritu en el bautismo, a fin de formar un solo cuerpo; y también todos participamos del mismo Espíritu. Por lo demás, el cuerpo no está compuesto de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», ¿dejaría por esto de pertenecer al cuerpo? Y si el oído dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», ¿dejaría por esto de pertenecer al cuerpo? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podría oír? Y si todo fuera oído, ¿cómo podría oler? Con razón Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo como le pareció conveniente. Pues si todo se redujera a un miembro, ¿dónde quedaría el cuerpo?

 

Por eso, aunque hay muchos miembros, el cuerpo es uno. Y el ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; ni la cabeza puede decir a los pies: «No los necesito». Al contrario, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles son los más necesarios, y a los que consideramos menos nobles, los rodeamos de especial cuidado. También tratamos con mayor decoro a los que consideramos más indecorosos, mientras otros miembros que son más presentables no lo necesitan. Dios mismo distribuyó el cuerpo dando mayor honor a lo que era menos noble, para que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocupen los unos de los otros.

 

Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él. Si un miembro recibe honores, todos los miembros comparten su alegría. Ahora bien, ustedes forman el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de ese cuerpo.  Palabra de Dios.

 

  • 1· ¿Qué dice el texto que hemos escuchado?

  • 2· ¿Cuál es la frase que se me quedó más grabada?

  • 3· ¿Qué me dice, qué nos dice?

  • 4· ¿Qué frase ilumina mi vida? ¿Por qué?

 

La Iglesia a la cual tú y yo pertenecemos, está llamada a vivir en comunión, a vivir el amor, y así sólo será reconocida como seguidora de Cristo y servidora de la humanidad. La comunión en la Iglesia es fundamental, la Iglesia no es Iglesia si no es comunión. El

Documento de Aparecida al respecto nos señala:

 

La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu. DA 278d.

 

El Espíritu Santo es el actor protagonista de la comunión en la Iglesia y en la sociedad, sólo que en muchas ocasiones no lo dejamos actuar, ojalá y tuviéramos muy en claro lo que Aparecida nos dice:

 

Jesús nos transmitió las palabras de su Padre y es el Espíritu quien recuerda a la Iglesia las palabras de Cristo (cf. Jn 14, 26). Ya desde el principio los discípulos habían sido formados por Jesús en el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 2); es, en la Iglesia, el Maestro interior que conduce al conocimiento de la verdad total formando discípulos y misioneros. Esta es la razón por la cual los seguidores de Jesús deben dejarse guiar constantemente por el Espíritu (cf. Gal 5, 25), y hacer propia la pasión por el Padre y el Reino: anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los cautivos y anunciar a todos el año de gracia del Señor (cf. Lc 4, 18-19). DA 152.

 

Los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión con el Padre (1Jn 1, 3) y con su Hijo muerto y resucitado, en «la comunión en el Espíritu Santo» (2Cor 13, 13). El misterio de la Trinidad es la fuente, el modelo y la meta del misterio de la Iglesia: «un pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», llamada en Cristo «como un sacramento, o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano». La comunión de los fieles y de las Iglesias P DA 155.

 

La Iglesia, como «comunidad de amor», está llamada a reflejar la gloria del amor de Dios que es comunión y así atraer a las personas y a los pueblos hacia Cristo. En el ejercicio de la unidad querida por Jesús, los hombres y mujeres de nuestro tiempo se sienten convocados y recorren la hermosa aventura de la fe. «Que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea» (Jn 17, 21). La Iglesia crece no por proselitismo sino «por ‘atracción’: como Cristo ‘atrae todo a sí’ con la fuerza de su amor». La Iglesia «atrae» cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como Él nos amó (cf. Rm 12, 4-13; Jn 13,

34). DA 159.

 

                            ACTUEMOS

                             En la Iglesia estamos convencidos que sólo en comunión y participación podremos intensificar el proceso de evangelización nueva e integral para transformar con los valores del Reino, las personas, comunidades y estructuras de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia.

 

· ¿En qué estamos comprometidos o en que nos vamos a comprometer para que se dé y viva realmente entre nosotros la comunión? Puede darse el que hablemos mucho de comunión sin que la vivamos en la práctica. Puede ser que en este tema y en otras ocasiones hayamos reflexionado sobre la comunión y que lo reflexionado solo quede en un concepto, en una bella idea o celebración, pero la comunión va más allá de ello…

 

  • 1· ¿Cómo viviré, cómo viviremos la comunión por medio de actitudes y acciones concretas?

  • 2· ¿Cómo daremos testimonio veraz de que vivimos en comunión con Dios y con los demás?

  • 3· Escribe y graba muy bien en tu mente y en tu corazón un propósito sencillo pero comprometedor que te ayude a vivir en comunión con Dios con los hermanos.

                            CELEBREMOS

                             Ahora concluyamos nuestra reflexión llevando a Dios nuestras inquietudes y anhelos. Señor queremos construir                                   con la fuerza de tu Espíritu la comunión en nuestra comunidad, ayúdanos porque sin Ti, no lograremos                                                        absolutamente nada.

                             Se hace una procesión de signos que nos llevan a la oración y al compromiso y se colocan en torno a la imagen del Espíritu Santo. Para esta celebración pedimos la presencia de las personas que llevarán los signos

 

NIÑOS Y BALON: Jesús, nosotros los niños te presentamos esta pelota que nos sirve para jugar no solos, sino en compañía de nuestros amigos con quienes hacemos equipos para divertirnos buenos ratos juntos. Amigo Jesús, que sepamos aportar a nuestra comunidad la alegría, el entusiasmo y la sinceridad de quien vive unido a Ti por la sencillez de vida.

 

UNA MADRINA DE UN ADOLESCENTE Y SIGNO DE INTERROGACIÓN: Con este signo de interrogación, te ofrecemos nuestras dudas e inquietudes que de continuo se presentan en nuestra etapa. Gracias Jesús porque tú si nos comprendes y siempre te encuentras ahí cuando más te necesitamos. Ayúdanos a valorar a las personas que tenemos cerca y buscan el bien para nosotros, que nunca por nuestras inquietudes y dudas nos separemos de la comunión contigo y de los demás.

 

UN PADRINO JOVEN Y UNA PLANTA: Esta planta quiere significar la plenitud de nuestra vida, nuestros grandes anhelos de vivir y de entregar nuestra vida por algo o por alguien, el buscar florecer y alegrar a nuestra comunidad en el lugar donde nos has plantado y allí saber dar frutos que ayuden a la comunión de nuestra Iglesia y de la sociedad.

 

PADRES DE FAMILIA Y CORAZÓN: Señor queremos ser el corazón de nuestras familias y de nuestra sociedad, un corazón que late sin descanso, bombeando vida, salud, sangre purificada, haciendo la comunión con todos los miembros de nuestra familia, pero sobre todo, ser el corazón que llena de amor a la primera de todas las comunidades que es la familia, que es de gran importancia para la comunión de la

Iglesia y de la sociedad.

 

CATEQUISTA Y ARENA: Señor, nos has llamado a servir, a poner en práctica nuestros compromisos bautismales para construir con nuestro trabajo tu Reino de paz, de justicia, de amor y de comunión entre todos tus hijos. Estos granos de arena representan el esfuerzo de todos y cada uno para lograr tu sueño de construir tu Reino entre nosotros.

 

PADRINOS DE LA TERCERA EDAD Y FRUTAS: Señor, con estas frutas queremos darte gracias porque nos has permitido dar frutos y con ellos alegrar a quienes nos rodean, frutos que han servido para crear contigo la comunión en la alegría y la responsabilidad de vivir, siendo felices y haciendo felices a los demás.

 

Todos unidos formamos la «Comunidad de Jesucristo» y por ellos ahora juntos, unidas nuestras manos, oramos contigo la oración que Tú nos enseñaste, y que nos hace saber que somos la familia de nuestro Padre Dios, y tu familia, en el Espíritu Santo.

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