Catequistas Discípulos de la Misericordia

(Después de la homilía los elegidos se colocan de frente  ante el celebrante).

 

Súplica por los elegidos

 

Elegidos de Dios, arrodíllense (o inclinen  la  cabeza)  y  oren.

 

(Oran  en silencio).

 

Oremos por estos niños y niñas a los que Dios ha elegido, para que, unidos a la muerte y resurrección de Cristo, puedan superar con la gracia de los sacramentos la amarga condición mortal. R. Escúchanos, Señor.

 

Lector:

 

• Para que se fortalezcan con la fe contra cualquier clase de engaños del mundo, roguemos al Señor.

 

• Para que se muestren agradecidos a la elección divina por la que pasaron de ignorar la esperanza de la vida eterna a emprender el camino de la salvación, roguemos al Señor.

 

• Para que con el ejemplo y la intercesión de los catecúmenos que derramaron su sangre por Cristo, se animen a esperar la vida eterna, roguemos al Señor.

 

• Para que todos se aparten con aversión del pecado, que despoja de la vida eterna, roguemos al Señor.

 

• Para que los que se afligen con la muerte de los suyos encuentren en Cristo el consuelo, roguemos al Señor.

 

• Para que nosotros mismos, al celebrar una vez más las solemnidades pascuales, nos afirmemos en la esperanza de resucitar con Cristo, roguemos al Señor.

 

• Para que el mundo entero, creado por designio amoroso de Dios, alcance nueva vida con el progreso en la fe y en la caridad, roguemos al Señor.

 

Exorcismo

(Dice con las manos juntas).

 

Oremos.

Oh Padre de la vida eterna,

 que no eres Dios de muertos sino de vivos,

 y que enviaste a tu Hijo como mensajero de la vida

para arrancar a los hombres del reino de la muerte

y conducirlos a la resurrección,

te rogamos que libres a estos elegidos

del poder del espíritu maligno que arrastra a la muerte,

para que puedan recibir la nueva vida de Cristo resucitado

y dar testimonio de ella.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén

 

(El sacerdote impone en silencio las manos a cada uno de los elegidos, si no son muchos, y luego con las manos extendidas sobre ellos prosigue).

 

Señor Jesús que,

resucitando a Lázaro de la muerte,

significaste que venías para que

los hombres tuvieran vida abundante,

libra de la muerte a estos elegidos

que anhelan la vida de tus sacramentos,

arráncalos del espíritu de la corrupción

y comunícales por tu Espíritu vivificante la fe,

la esperanza y la caridad,

para que viviendo siempre contigo,

participen de la gloria de la resurrección.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

El que preside invita a los catequistas entregar en un pergamino a los que van a recibir el Padrenuestro y les dice estas o parecidas palabras:

 

Ahora niños y niñas, la comunidad Cristiana les entrega a ustedes la oración dominical.

 

Una vez que se ha entregado el pergamino añade:

 

Nuestro Señor Jesucristo confió a sus discípulos y a su Iglesia la oración cristiana fundamental. El Padrenuestro es el resumen de todo el Evangelio. Se llama "Oración dominical" porque esta oración al Padre nos la enseñó y nos la dio el Señor Jesús. “Oración dominical” significa "oración del Señor". En esta oración Jesús enseña a los hijos de Dios a hablar con su Padre. Y no sólo nos enseña las palabras de la oración, sino que nos da también el Espíritu de Hijos de Dios.

​

Las primeras comunidades cristianas recitaban la Oración del Señor "tres veces al día". Hagan ustedes lo mismo. Decía San Juan Crisóstomo: “El Señor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque él no dice "Padre mío" que estás en el cielo, sino "Padre nuestro", a fin de que nuestra oración sea de una sola alma para todo el Cuerpo de la Iglesia.”

 

Acto seguido reciben el Padrenuestro con estas palabras.

 

Reciban la oración que Jesucristo nuestro Señor nos enseñó. Grábenlas en su corazón, récenla siempre como hijos del Padre y vívanla como hermanos de Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

Luego vuelven todos al sitio y continúa la celebración.