3º Encuentro
(La Salvación)
Objetivo:
Presentar a Jesús muerto y resucitado como la única solución para el ser humano, para que al descubrirlo como nuestro salvador nos acerquemos más a su propuesta de vida.
Saludo y bienvenida.
A continuación el Misionero recuerda el contenido de los dos encuentros anteriores haciendo la unión correspondientes entre ellos: Dios nos ama entrañablemente y es por ese amor que nos ha creado, pero el hombre le da la espalda a ese amor y acepta el pecado que se hace cada vez más fuerte que él, rompe la relación entre ambos y lo hace incapaz de experimentar el amor. Sólo Dios podrá hacer algo para derrotar el pecado y restaurar esa relación.
Termina presentado el objetivo del presente encuentro.
1. Experiencia de vida
El Misionero lee la siguiente historia en voz alta y pausadamente
LA CAÑA DE BAMBÚ
Había Un precioso jardín que nada más verlo, hacía soñar. Estaba allí junto a la casa del Señor. Él no resistía la tentación de visitarlo todas las tardes y gozar de él. Su mirada se centraba siempre en una preciosa caña de Bambú, plantada en el centro del jardín. Era el punto flaco del Señor, le encantaba verla así, más alta y esbelta que las demás plantas, fuerte ante los vientos invernales e imperturbable ante los calores del verano. Bambú pronto se dio cuenta que ella, la caña de Bambú, era la preferida del Señor.
Se le a acercó un día el Señor. Su rostro no brillaba como tantas otras veces, pero había en Él un signo de esperanza. Bambú, lleno de adoración, inclinó su alta cabeza hasta el suelo en un gesto acogedor y lleno de amor. El Señor casi sin alzar la vista le dijo:
Mi querida Bambú, ¡Te necesito!
Bambú volvió su cabeza hacia el cielo, su alegría no tenía límites; el día tan esperado había llegado, el día para el cual ella había sido creada; el día para el cual ella había crecido, hora tras hora; el día en el que iba a encontrar la plenitud de su destino. Sin embargo no acababa de entender por qué hablaba con tanto misterio su Señor. Dijo humildemente:
Señor, soy toda tuya… Cuenta conmigo para lo que quieras.
Mi querida Caña de Bambú, - la voz del Señor se hizo más grave - , para contar contigo, tengo que arrancarte.
Bambú se sintió sacudida por el horror. ¿Arrancarme? Pero… ¿hablas en serio? ¿Por qué me hiciste entonces el árbol más bello de tu jardín? ¿Arrancarme? ¡Oh, no por favor… no me arranques!
Bambú, mi querida Bambú – la voz del Señor se hizo aún más grave – sin no te arranco, no me servirás. Todo el jardín se quedó en silencio, hasta el viento se paró y los pájaros detuvieron su vuelo y su canto. Lentamente, muy lentamente, la caña de Bambú inclinó sus preciosas hojas y dijo con voz muy queda: Señor, si no puedes servirte de mí sin arrancarme… entonces hazlo, arráncame, arráncame mi Señor!
Mi querida Bambú, aún no te he dicho todo, es necesario que te arranque las ramas y las hojas.
Señor, ¡no me hagas eso! ¿Qué haré yo entonces en el jardín? ¡Me convertiré entonces en un ser ridículo!
Y… otra vez dijo el Señor: Si no te corto las hojas y las ramas no me servirás.
Entonces… el sol estremecido se ocultó, una mariposa que escuchaba, huyó llena de temor, y Bambú tembló ante esta visión de sí misma y su voz fue solo un murmullo: ¡Está bien Señor, córtamelas!
El Señor no había acabado. Con una mirada intensa, muy intensa le dijo: ¡Bambú, todavía me queda algo que me cuesta mucho pedirte… Tendré que cortarte en dos y extraerte toda la savia, tu propio corazón. Sin eso, no me servirás de nada.
La Caña de Bambú ya no pudo articular palabra. Se postró en tierra y se ofreció al Señor.
Así el Señor del jardín arrancó la Caña de Bambú, le cortó las hojas y las ramas, la partió en dos, le extrajo la savia, después de fue hacia una fuente de agua fresca y cristalina muy cerca de sus campos, que desde hacía mucho tiempo morían se sed. Con mucho cariño el Señor ató una punta de la caña a la fuente y la otra la colocó en el campo.
El agua que manaba de la fuente comenzó poco a poco a desplazarse hacia los campos a través de la Caña de Bambú. El campo comenzó a reverdecer. Cuando llegó el tiempo adecuado el Señor sembró arroz en el campo; los días pasaron el arroz creció y llegó el tiempo de la cosecha, con ella el Señor pudo alimentar a todo su pueblo.
Cuando Bambú era alta y esbelta, vivía y crecía solo para sí misma, se auto complacía con su elegancia. Ahora humilde y tirada en el suelo se había convertido en un canal de vida que su Señor utilizaba para alimentar a su casa y hacer fecundo su reino.
Los restos de la Caña de Bambú, fueron cuidadosamente sepultados por el Señor en el lugar más hermoso del jardín en señal de agradecimiento. Todas las nuevas plantas acompañamos aquel momento y no dejamos de contarle a nuestros frutos lo que la caña de Bambú fue capaz de hacer por nosotros.
Hace poco una pequeña mariposa ha venido a contarnos a este otro lado del jardín, que en el lugar donde habíamos sepultado los restos de la Caña de Bambú han comenzado a crecer unas pequeñas plantas bastante parecidas al Bambú…. No se, algunos creen que se trata de la misma Caña de Bambú que ha vuelto a la vida y ahora con mayor fuerza y en mayor cantidad.
2. Iluminación bíblica
El Misionero leerá en voz alta el texto de Hechos 10, 36-43, luego distribuirá a los asistentes en 4 o 5 subgrupos donde leerán el texto y compartirán las siguientes preguntas:
¿Te parece justo lo que hicieron con la Caña de Bambú?
¿Consideras que es necesario lo que hicieron con ella?
¿Qué significa para ti que el Señor le haya pedido la vida a la Caña de Bambú?
¿Qué relación encuentras con la historia de la Caña de Bambú y la Vida de Jesús?
¿De qué manera consideras que la muerte y resurrección de Jesús nos da vida a todos?
Al terminar compartirán por grupos lo que respondieron.
3. Mensaje
Dios ama al hombre en tal manera que es capaz de entregar a su propio hijo a la muerte para reconstruir así, con su hijo en la cruz la relación rota por el pecado del hombre. En la muerte de Cristo muere el pecado, en su resurrección se levanta de la tumba el hombre nuevo para ser glorificado con Dios.
La redención de Cristo consiste en que él “ha venido a dar su vida como rescate por muchos” (Mt. 20,28), es decir, “a amar a los suyos hasta el extremo” (Jn. 13, 1) para que ellos fuesen “rescatados de la conducta necia heredada de sus Padres”. (1P 1,18). (CIC. # 622).
Por su obediencia amorosa al padre, “hasta la muerte cruz” (Fil. 2, 8), Jesús cumplió la misión expiatoria del siervo doliente que “justifica a muchos cargando con las culpas de ellos” (Is. 53, 11).
Por medio de la muerte y la resurrección Jesús nos salva a todos, pues vence los peores enemigos del hombre:
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A Satanás (mal): Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera (Jn. 12, 31).
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Al Pecado: Cristo te liberó de la ley del pecado (Rm. 8, 2).
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A la muerte: La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte tu victoria? ¿Dónde está oh muerte tu aguijón? Gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo. (1 Cor. 15, 54-55).
4. Compromiso
El Misionero entregará a cada uno de los participantes un papel con las siguientes preguntas para que cada uno las reflexione en ambiente de oración y profundización:
¿Qué aspectos de tu vida consideras que deben morir en la cruz de Cristo?
¿En qué debes resucitar con Cristo en tu familia?
Motivar para que las respuestas sean dadas a manera de compromiso
5. Celebración
El coordinador leerá el siguiente himno a Cristo en voz alta, lenta y pausadamente, mientras cada uno en ambiente de oración lo seguirá en su Biblia para posteriormente compartirlo en el grupo:
Carta a los Filipenses 2, 6-1
6. Para la casa
Leer en la casa y reflexionar el texto de la primera carta de Pablo a Corintios 15,35-38.
Preguntas bíblicas:
Desde el bautismo, resucitamos con Cristo. ¿Cómo mostramos en la vida concreta esta gran verdad?
¿Qué signos de resurrección estamos dando?
Kerigma 7, Misión