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RETIRO DE PAPAS Y PADRINOS 2018

EN FAMILIA SOMOS

TESTIGOS DE JESÚS EN DOCILIDAD AL ESPIRITU SANTO

 

Recibirán la fuerza del Espíritu Santo y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta los últimos confines de la tierra  [Hech 1,8]

 

Objetivo: Tener la capacidad de ganar a muchos para Jesús, con nuestro

testimonio de santidad de amor y de servicio, por la vía de la amistad, para

que se hagan también testigos suyos.

 

DINÁMICA:

Las catequistas harán esta dinámica para que los participantes ellos puedan

ver la diferencia de la persona que es llena del Espíritu Santo y la que deja

que las cosas de este mundo la dominen.

 

Material: globos para todos los participantes.

 

Preparación: antes de entregar los globos a los participantes, haga con una

aguja un pequeño agujero en algunos globos, sin que nadie vea, en otros usted

puede hacer hasta dos o tres agujeros y en otras no haga nada. De esta

manera cuando ellos estén llenando pasará lo siguiente:

  • El globo sin agujero se llenará normalmente.

  • El globo que tenga un agujero se llenará, pero se va a desinflar.

  • El globo que tenga más agujeros, puede hasta no llenarse porque ellos no

  • tendrán fuerza para poder llenar, o puede hasta llenarse, pero se desinflará rápidamente.


Desarrollo: Entregue los globos a todos y pida para que cada uno llene sus globos y espere que todos los inflen, claro que usted verá la diferencia de los que están con los globos sin agujeros.

Cuando todos los inflen pídales que los suelte, de este manera los globos van hacer una trayectoria, algunos irán lejos, otros irán bien alto y luego caerán cerca o lejos de quién lo lanzó, eso no importa.

 

Conclusión: Aquellos que están llenos del Espíritu Santo, van lejos, ganando almas, reflejando la presencia de Dios en su carácter, en su rostro, siempre está feliz y lo más importante tiene el Espíritu Santo en primer lugar en su vida. Los que están vacíos no difunde la palabra de Dios, quieren seguir pero no tiene la fuerza del Espíritu Santo y acaban vaciándose rápidamente, ¿por qué, vaciase rápidamente? Porque sus vidas están llenas de agujeros que impide que Dios entre en su vida y allí permanezca, como la mentira, el odio, la desobediencia, etc. No podemos ser como los globos con agujeros, tenemos que cerrar estos agujeros para que el Espíritu Santo venga llenarnos de su presencia.

 

Nota: Hecha la dinámica se procederá a la exposición con una referencia de 40 min. De exposición.

 

En la familia está el poder de transformar el mundo.

El mundo está cansado de palabras y requiere testigos auténticos y congruentes. (cf. EN 41). Los escándalos e infidelidades de los cristianos no se contrarrestan con más palabras, sino con hechos permanentes. La sociedad de hoy requiere de cristianos que trasparentes a Cristo y su proyecto de salvación, más que nuevas estrategias pastorales, pues estas requieren de ese testimonio, de lo contrario resultan ineficaces.

En la familia podemos ser testigos que evangelicen con la propia vida y el ejemplo en la fidelidad a Jesucristo, en la pobreza y el desapego de los bienes materiales, en la libertad frente a los poderes del mundo, en la santidad encarnada, siendo eclesial, en la pasión por la salvación de todos, en la opción por los últimos (los pobres) y a partir de ellos [AP 179].

En la vida diaria se cotiza mucho a aquellas personas cuya forma de obrar responde a sus convicciones no solo “de palabra”, sino “de hechos”. La Iglesia, a las más cualificadas, las eleva al honor de los altares por la santidad, como modelos de identificación cristiana. El cristiano debe ser un ejemplo, en su conducta personal y su relación con la familia, la sociedad y las autoridades [Ef. 5,21; 6, 9].

Dar testimonio en familia es atestiguar personalmente, ponerse por testigo personal de un hecho de una obra valiosa que aporta la verdad objetiva de un hecho controvertido. Una familia se puede comprometer personalmente por una causa. Esta puede garantizar, mediante unos comportamientos de vida, una verdad creída y anunciada. Por ello, su autoridad, le viene de la confianza de que goza en la sociedad, o de la coherencia entre la verdad que afirma y de las actividades de su vida.

En la vida cotidiana no es tan sencillo mantener un testimonio claro y firme de lo que creemos. La rutina puede ser un obstáculo externo y desalentador. Porque podemos  encontrar oposición de personas cercanas, dificultades en el lugar de trabajo o inclusive miedos al qué dirán, si expresamos nuestras convicciones y nos identifican como cristianos. San Pedro lo experimento y negó tres veces al Señor en público; luego afirmo  tres veces su amor y fue capaz de seguir a Cristo incluso hasta el martirio.

Hoy en muchos ámbitos de la vida social o la misma familia se niega al Señor o se relega a lo privado. Ser cristiano en la familia muchas veces significa caminar contra la corriente. Eso puede darnos cierto temor, incertidumbre e inseguridad, pero el Señor nos dijo: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” [Mt 28,19]. Solo será posible nuestro compromiso valiente si reconocemos a Jesucristo, que nos ha llamado, nos elegido e invitado a recorrer su camino.

Por eso el documento de Aparecida nos invita: “Recobremos pues el fervor espiritual. Conservemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar (ir a los hermanos), incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas. Hagámoslo -como Juan el Bautista, como Pedro y Pablo, como los otros Apóstoles, como esa multitud de admirables evangelizadores que se han sucedido a lo largo de la historia de la Iglesia- con un ímpetu interior (Actitud de ser testigos en el amor) que nadie ni nada sea capaz de extinguir. Sea esta la mayor alegría de nuestras vidas... Y ojalá  el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza- pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismo, la alegría de Cristo y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo [EN 80]. Recobremos el valor y la audacia apostólicos” [DA 552].

Nos entusiasma y llena de esperanza tener en familia la capacidad de ganar a muchos para Jesús, con nuestro testimonio de santidad de amor y de servicio, por la vía de la amistad, para que se hagan también testigos suyos. “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan; o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio…  Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizadora al mundo”. [EN 41].

 

El Espíritu Santo hace a los discípulos ser testigos audaces

La familia podrá lograr esa congruencia de vida que contagia, en una plena y ferviente docilidad al Espíritu, que es quien impulsa y guía en la misión. “El discípulo y misionero, movido por el impulso y el ardor que proviene del Espíritu, aprende a expresarlo… en la misión cotidiana” [DA 284]. Es el Espíritu el que infunde “en el corazón de los fieles el mismo espíritu de misión que impulso a Cristo y su acción apostólica sin cesar la acompaña y dirige de diversas maneras” [AG 4]. San Pablo realizaba su  acción misionera sintiéndose acompañado por “la fuerza del Espíritu Santo” [Rom. 15,19] al grado de decirse “prisionero del Espíritu”  [Hch 20,22].

El Espíritu Santo es el que hace a los discípulos ser testigos audaces para anunciar la palabra de Dios [Hch 4, 31]; el que inspira lo que han de decir [Mt 10, 20]; el que nos ilumina para comprender la verdad plena [Jn 16, 13]; el que nos fortalece en Cristo, los unge y marca con su sello [1Co,1, 16], para actuar como agentes convencidos y animoso, llenos de confianza en quien los saco de las tinieblas a su luz [1P 2, 9]. Esa plena y ferviente docilidad consiste en aprender a seguir sus inspiraciones e impulsos sin tardanzas ni dilatación, con ánimo alegre y esforzado. Esta es la actitud esencial y el punto de partida del compromiso testimonial de todo misionero en la familia.

Seamos testigos y misioneros en familia; “en las grandes ciudades y campos, en las montañas y selvas de nuestra América, en todos los ambientes de la convivencia social, en los más diversos areópagos de la vida pública de las naciones, en las situaciones extremas de la existencia…” [DA 548]. Forjar y mantener siempre viva la actitud de proceder siempre como testigos del Evangelio, es para “ser misioneros del Evangelio no solo con la palabra sino sobre todo con nuestras propia vida…” [DA, mensaje final, 4].

“Cuando el impulso del Espíritu impregna y motiva todas las áreas de la existencia, entonces también, penetra y configura la vocación específica de cada uno. Así se forma y desarrolla la espiritualidad propia de presbíteros, de religiosos  y religiosas, de padres de familia, de empresarios, de catequistas, etc… Cada una de las vocaciones tiene modo concreto y distintivo de vivir la espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al ejercicio concreto de sus tareas. Así, la vida en el Espíritu no nos cierra en una intimidad cómoda, sino que nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el servicio misionero. Nos vuelve comprometidos con los reclamos de la realidad y capaces de encontrarle un profundo significado a todo lo que nos toca hacer por la iglesia y por el mundo” [DA 285].

 

Ser testigos al modo de Jesucristo para ser cristianos

Ser testigo en la familia, nos habla de manifestarnos claramente como cristianos. “La identidad cristiana implica una referencia explícita a Jesucristo, un conjunto de verdades de fe, unos principios morales que orienten la vida, unas celebraciones sacramentales y una espiritualidad característica. Para que cada cristiano redescubra su identidad es necesario fomentar una preparación integral a los sacramentos, superar el ritualismo social para vivir su significado, buscando una proyección en los aspectos de la vida personal y comunitaria. La conformación de la identidad cristiana  incluye compromiso, vocación, fermento en el mundo, construcción del Reino, reevangelización frente al neo paganismo católico, lo cual nos involucra a todos” [DP 125].

En el seguimiento a Jesucristo en familia, “buscamos aprender y practicar las bienaventuranzas del Reino (su testimonio), el estilo de vida del mismo Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su compasión entrañable ante el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños, su fidelidad a la misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida. Hoy contemplemos a Jesucristo tal como nos lo transmite los Evangelios para conocer lo que Él hizo y discernir lo que debemos hacer en las actuales circunstancias”  [DA 139].

Identificarse con Jesucristo para ser sus testigos en familia, es también compartir su destino, “Donde yo este estará  también el que me sirve” [Jn 12, 26]. El cristiano corre la misma suerte que el Señor, incluso hasta la Cruz. “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue su cruz y que me siga” [Mc 8, 34]. Nos alienta el testimonio de tantos misioneros y mártires de ayer y de hoy en nuestros pueblos que han llegado a compartir la cruz de Cristo hasta la entrega de su vida [DA 140].

Por otra parte, debemos ser capaces de descubrir en la familia, las señales evidentes de la presencia del Reino: “la vivencia personal y comunitaria de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres, el cumplimiento de la voluntad del Padre, el martirio por la fe, el acceso de todos a los bienes de la creación, el perdón mutuo, sincero y fraterno, aceptando y respetando la riqueza de la pluralidad, y la lucha para no sucumbir a la tentación y no ser esclavos del mal” [DA 383].

 

 

Propuesta para la oración de los fieles

 

Reunimos en el nombre de Jesús como aquellas primeras comunidades en la espera de pentecostés y ante nuestros temores y problemas, le pedimos al Señor que envié su Espíritu y nos fortalezca.  Repetimos.  

R.- Padre, concédenos los dones de tu Espíritu.

 

  1. Que el Espíritu Santo derrame sobre el papa Fráncico el don de piedad, para que sea ejemplo de las actitudes de Jesucristo delante de todos los hombres. Oremos.

  2. Que el Espíritu Santo derrame sobre los que están alejados del don de Temor a Dios, para que les sirva de guía a la hora de encaminar sus pasos a la casa del Padre. Oremos.

  3. Que el Espíritu Santo derrame sobre los que están enfermos y los que sufren el don de Fortaleza para que este estimulo les lleve a sobrellevar con alegría sus dificultades. Oremos.

  4. Que el Espíritu Santo derrame sobre los que viven entre luchas y enfrentamientos, el don de Entendimiento para que lleguen pronto a ellos la verdadera paz nacida del respeto mutuo. Oremos.

  5. Que el Espíritu Santo derrame sobre los dirigentes de todas las naciones el don de Sabiduría para que guíen a sus pueblos por caminos de paz y prosperidad. Oremos.

  6. Que el Espíritu Santo derrame sobre todos nosotros el don de Consejo para que estemos atentos a acompañar a aquellos que andan desanimados y cansados. Oremos.

  7. Que el Espíritu Santo derrame sobre los trabajadores de toda índole el don de Ciencia para que realicen sus tareas con afán y con entusiasmo. Oremos.

 

PADRE ESCUCHA NUESTRA ORACION Y REALIZA ENTRE NOSOTROS UN NUEVO PENTECOSTES, DEJA CAER LA FUERZA DEL ESPIRITU SANTO SOBRE TODOS LOS HOMBRES DE LA TIERRA, ATIENDE TODAS SUS SUPLICAS Y DANOS FUERZAS PARA CAMINAR HACIA LA CASA DEL PADRE, POR JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR. AMEN.

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