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PRINCIPIOS INSPIRADORES DE LAS ESTRUCTURAS Y LA ORGANIZACIÓN CATEQUISTICA DE LA DIOCESIS DE TEOTIHUACÁN

Fines Generales

LA CATEQUESIS, entendida como educación orgánica y sistemática de la fe de todos los cristianos, es tarea esencial de la Iglesia Particular. En ella la catequesis,

 

Sin confundirse con ellos, se articula dentro de un cierto número de elementos de la misión pastoral de la Iglesia, que tiene un aspecto catequético, que preparan para la catequesis o que derivan de ella (...). La catequesis en la Iglesia Particular, está unida íntimamente a toda la vida de la Iglesia. No sólo la extensión geográfica y el aumento numérico de la Iglesia, sino también y más aún su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios, dependen esencialmente de ella. (CT 13).

 

Por esta razón, la vitalidad de la catequesis diocesana expresa el grado de conciencia que la Iglesia Particular tiene acerca de la responsabilidad de ayudar a crecer en la fe a los hijos que regeneró por el Bautismo.

 

LA DIÓCESIS “es una porción del pueblo de Dios, cuyo cuidado pastoral se encomienda al Obispo con la colaboración del presbiterio, de manera que, unida a su pastor y congregada por el Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, constituya una Iglesia Particular, en la cual verdaderamente está presente y actúa la Iglesia de Cristo, una, santa, católica y apostólica” (CIC 369) (Cf. CD 11). Así pues, “se entiende por Iglesia Particular (...) una comunidad de fieles cristianos en comunión en la fe y en los sacramentos con su Obispo ordenado en la sucesión apostólica (Cf. CD 11). Estas Iglesias Particulares están “formadas a imagen de la Iglesia Universal. En ellas y a partir de ellas existe la Iglesia Católica, una y única” (LG 23) (CEC 833).

 

Al OBISPO compete la coordinación de la misión profética de la Iglesia Particular, ya que es, entre otras tareas pastorales también importantes, “el moderador de todo el ministerio de la palabra” (CIC 756); por lo tanto, es a él, por sí mismo y a través de los organismos responsables, a quien corresponde conocer la realidad y las exigencias catequéticas de las comunidades cristianas, diseñar procesos y propiciar instrumentos adecuados (Cf. CIC 756) “de conformidad con los planes de la Conferencia Episcopal” (CT 63).

 

El Obispo atiende esta función por sí mismo y a través de la organización catequística diocesana. Las presentes instrucciones tienen como finalidad explicar la segunda forma de “ser catequista” del Obispo, o sea la organización catequística diocesana. Ésta le exige un discernimiento claro acerca de las personas a quienes confía esa gran responsabilidad. También le requiere una continua atención para ejercer a través de dicha organización esta función, como “Cabeza de la Comunidad y maestro de la verdad” (LC 203). A través de las estructuras catequísticas, el Obispo:

 

  • promueve.

  • dirige y

  • coordina el proceso catequístico diocesano.

 

LA COMUNIDAD CRISTIANA como tal, y en ella presbíteros, religiosos, religiosas y laicos, en espíritu de comunión y participación, asumen en la Iglesia Particular los diversos empeños que la catequesis requiere, atendiendo diferentes niveles y formas de responsabilidad.

 

Los presbíteros, “educadores de la fe” (PO 6) cualquiera que sea su responsabilidad confiada por el Obispo, están llamados a impulsar con todas sus fuerzas el crecimiento sistemático y vivencial de la fe de los cristianos y de las comunidades. Ellos son los primeros responsables en la tarea de lograr una organización adecuada y suficiente al servicio de la catequesis diocesana, parroquial o de las pequeñas comunidades. Ningún presbítero puede eximirse de esta responsabilidad, ya sea en forma directa o indirecta.

 

El párroco es el promotor nato de la catequesis en su parroquia; es protagonista, motor y alma de la catequesis. Para él la formación de los catequistas es tarea de máxima importancia, en orden a garantizar un proceso permanente.

 

En razón del Bautismo y de la Confirmación, todos los laicos están llamados a difundir con el testimonio y la palabra, el mensaje de la salvación. Pero “la iniciativa de los cristianos laicos es particularmente necesaria cuando se trata de descubrir o de idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristiana impregnen las realidades sociales, políticas y económicas” (CEC 899). Según la formación que hayan recibido, “pueden prestar su colaboración en la formación catequética, en la enseñanza de las ciencias sagradas” (CEC 906) así como desempeñar funciones tan importantes como la de coordinar la labor catequística, a partir de su pertenencia a la comunidad y del conocimiento que poseen acerca de ésta.

 

Las mujeres han sido históricamente en México los agentes más numerosos y significativos del proceso catequístico en las comunidades, y su rol ha evolucionado en la medida en que lo ha hecho la catequesis misma. Hoy día su papel seguirá siendo protagónico en la medida en que se capaciten adecuada, integral y responsablemente para el desempeño de su trabajo. De esto depende que puedan asumir, con espíritu de servicio, cualquiera de las responsabilidades aquí descritas, a excepción de aquéllas que atañen directamente al ministerio sacerdotal, exactamente de la misma manera que los varones laicos, y asumir los servicios de responsabilidad que la comunidad catequizadora les solicite.

 

La vida religiosa es por sí misma evangelizadora y enriquece a la Iglesia Particular, ya por el desempeño personal de los consagrados, como en cuanto miembros de una comunidad de vida consagrada.

 

Pero la labor catequística de los religiosos y religiosas requiere de ellos una inserción consciente y generosa en la realidad a la que son enviados. En muchos casos su labor en la formación de los catequistas, (más que en la organización, por razón de su movilidad) es muy valiosa, realizando de esta manera una “presencia activa de las comunidades religiosas y de sus miembros en los proyectos pastorales de las Iglesias Locales” (CT 65).

 

Animadas por esta actitud, las personas consagradas, mujeres o varones, están llamados a conocer la realidad de la Iglesia Particular a la que fueron llamados, para encarnar en ella el Mensaje; a colaborar y apoyar las iniciativas parroquiales en lo que a la catequesis se refiere; a coordinar con los respectivos Pastores y con los otros responsables de la catequesis; a poner al servicio de la Iglesia Particular, de la Vicaría o de la Parroquia, según los casos, sus conocimientos y la riqueza de dotes humanas y de recursos materiales con que cuentan.

 

LA ORGANIZACIÓN CATEQUISTICA DIOCESANA, como ya quedó dicho, refleja la solicitud pastoral del Obispo (Cf. DCG 125, 126; CT 63) y la responsabilidad de los presbíteros de ser servidores de la palabra y del crecimiento en la fe de la comunidad, (Cf. PO 7 y 8; CT 64), así como la conciencia de pueblo profético de los religiosos, religiosas y laicos que conforman la Iglesia Particular (Cf. LG 31; CT 65-66; FCL 33).

 

Las estructuras que para ello sean necesarias, constituyen la plataforma para un trabajo pastoralmente organizado, que tiene en cuenta el análisis de la realidad, el programa de acción, la formación general y específica de los agentes, los instrumentos de trabajo y la coordinación de la catequesis con toda la acción evangelizadora; todo ello en un continuo esfuerzo por guardar la fidelidad a Dios y a los destinatarios.

 

Dicha organización y estructuras, si bien no son fin en sí mismas, constituyen un medio indispensable y eficaz.

 

Los responsables de la organización catequística diocesana -Obispo, Presbíteros, miembros de instituciones de vida consagrada y laicos- conscientes de la naturaleza de la catequesis, lejos de considerarla como un grupo o movimiento que conviene alentar, la fortalecerán como una acción prioritaria e indispensable por la cual la comunidad eclesial se construye y alimenta constantemente.

 

La organización diocesana, sus responsables y estructuras, de ninguna manera pueden sustituir la personal y directa responsabilidad del Obispo.

 

LA COMISIÓN DIOCESANA DE CATEQUESIS u “Oficio Catequístico Diocesano” como lo expresa el Directorio Catequístico General, preside toda la organización específica de este campo pastoral y por ende, debe estar constituida por personas competentes para tal fin. Forma parte de la Pastoral Diocesana y “ninguna diócesis puede carecer de él” (DCG [1971] 126).

 

Es un organismo nombrado por el Obispo, que está llamado a conocer la realidad diocesana y su Plan Pastoral, así como las directrices emanadas de la Comisión Nacional de Catequesis. Actúa conforme a ellas para orientar coordinar, adecuar y organizar en la diócesis, el proceso de crecimiento en la fe de los cristianos de todas las edades y condiciones.

 

Dado que ciertas tareas de la catequesis diocesana trascienden sus posibilidades, la organización diocesana de la catequesis será orientada, apoyada y completada por la estructura nacional, DIMENSIÓN NACIONAL DE NUEVA EVANGELIZACIÓN Y CATEQUESIS (DINEC) integrada por voluntad de la Conferencia Episcopal de México. Este último organismo, contando también con el aporte de la Sección de Animación Bíblica y la Sección de Animación Kerigmático, implementará, iluminará y hará viables las solicitudes de servicios de las Diócesis respectivas, solicitadas por el Director Diocesano.

 

Para que los servicios prestados desde la estructura nacional a las diócesis sean oportunos, suficientes y adecuados, la estructura catequística nacional en México necesita que se integren a ella afectiva y efectivamente los DIRECTORES DIOCESANOS DE CATEQUESIS. Ellos son nombrados por el respectivo Obispo, aceptados y reconocidos por el Presbiterio y agentes cualificados de su Iglesia Particular, así como por la Dimensión Nacional de Catequesis, de la cual son miembros por oficio. Esta representación diocesana favorecerá el fiel cumplimiento de los cometidos de la estructura nacional.

 

LA INTEGRACIÓN DE LA COMISIÓN DIOCESANA se realizará, cualitativa y cuantitativamente, por personas capaces de asumir el volumen y la diversidad de responsabilidades que la catequesis diocesana supone (Cf. DCG [1971] 126). Estas personas, reconocidas por el Obispo Presidente para tal responsabilidad, la desempeñarán durante tres años. Al cabo de ellos podrán ser reelegidos, si bien se recomienda, cuando las posibilidades lo permitan, una saludable rotación en los servicios, Sus integrantes serán:

 

  1. El Obispo Diocesano, Presidente de la Comisión

  2. El Director(a) Diocesano(a) de Catequesis

  3. Al menos dos representantes (un presbítero y un laico) de cada una de las Vicarías o Zonas Pastorales.

  4. El Tesorero (a)

 

El DIRECTOR(A) DIOCESANO(A) DE LA CATEQUESIS animará el proceso catequístico diocesano de cara a la realidad pastoral de la Diócesis, en comunión con su respectivo Obispo, en óptimas relaciones humanas con sus colaboradores y en comunión con las orientaciones de la Sección Nacional de Catequesis. Para cumplir con su cometido, es deseable que posea estudios específicos en catequética, o otras ciencias afines.

 

Debido a las múltiples tareas importantes que se le encomiendan, el Director Diocesano, en diálogo con su Obispo, tratará de dedicar el tiempo necesario para cumplir con la labor a él encomendada, evitando en lo posible el recargo de otras funciones que interfieran o impidan la realización de su cometido.

 

 

LAS PRINCIPALES FUNCIONES DEL DIRECTOR(A) DIOCESANO(A) SERÁN:

 

  • Asesora al Obispo diocesano en las tareas de la Pastoral Profética que conciernen específicamente a la catequesis.

 

  • Impulsa las tareas propias de la catequesis diocesana, particularmente en lo referente a la formación general y específica de los catequistas, formadores y coordinadores

 

  • Anima y coordina la Comisión Diocesana de Catequesis, seleccionando adecuadamente sus miembros y asignando funciones.

  • Constituye el nexo entre la Comisión Diocesana y la Sección Nacional de Catequesis, propiciando el intercambio recíproco entre los elementos teórico-prácticos de lo nacional y la realidad de la diócesis.

 

  • Trabaja en estrecha coordinación con el presbiterio de su diócesis, con las Vicarías y las parroquias, para aportar, desde la catequesis, en la construcción de las comunidades eclesiales.

  • Favorece, por sí o por otros, la actualización catequística de los presbíteros, a través de las reuniones ordinarias; por medio de reflexiones, de la facilitación de bibliografía catequística y mediante visitas personales de la Comisión Diocesana a las parroquias.

 

  • Vela constantemente sobre la aplicación de las orientaciones de la catequesis universal, nacional y diocesana, en su ámbito propio, tomando las medidas oportunas.

 

  • Impulsa la creación y/o la acción de la Comisión Diocesana, dándole el apoyo moral y procurando el material que éste necesita, particularmente para el funcionamiento de la oficina respectiva.

 

  • Facilita la selección y el proceso formativo de los integrantes del Equipo diocesano de Formación y su representación en el Equipo Nacional de Formación.

 

  • Estimula las experiencias significativas que surjan de la base, y favorecer el intercambio recíproco de experiencias entre las diversas comunidades y zonas pastorales.

 

Si las condiciones lo permiten y contando con la anuencia del Obispo diocesano, se recomienda el nombramiento de un SECRETARIO(A) EJECUTIVO(A). Dada la naturaleza de sus funciones, es preferible recaiga sobre un laico o persona de vida consagrada, dedicado tiempo completo, debidamente remunerado, que reúna las condiciones teórico-prácticas que su trabajo requiere. Debe contar, mediante el frecuente diálogo, con la aprobación y apoyo del Obispo y del Director Diocesano, sobre todo ante los Presbíteros de la Diócesis. Sus funciones más importantes son:

 

  • Ejecuta las directrices del Director diocesano de catequesis y/o de la Comisión diocesana.

  • Convoca, de común acuerdo con el Director Diocesano, las reuniones de la Comisión Diocesana, del Equipo de Formación y los materiales necesarios.

  • Mantiene una comunicación fluida, con los recursos tecnológicos a su disposición, con los responsables diocesanos de catequesis para mantenerlos debidamente informados.

  • Facilita la actualización de una biblioteca diocesana de catequesis, al servicio de los presbíteros y catequistas en general.

 

  • Ordena el archivo diocesano de la catequesis, manteniéndolo de tal manera que favorezca el servicio que el Secretariado debe prestar.

 

  • Administra adecuadamente y con exactitud (por sí o por otro) una caja chica para los gastos ordinarios y rinde cuenta mensualmente de la misma al Tesorero.

 

  • Informa oportunamente y con exactitud al Tesorero sobre el uso de los recursos asignados a la oficina, tanto para su funcionamiento, como para otras actividades.

 

EL TESORERO es un miembro de la Comisión Diocesana, nombrado o reconocido por el Obispo, a quien ésta le confía la administración de sus bienes, en función del trabajo pastoral de la misma. El Derecho Canónico, en relación a la administración de los bienes eclesiásticos, afirma que “todos los administradores están obligados a cumplir su función con la diligencia de un buen padre de familia” (CIC 1284).

 

La labor del Tesorero es distinta y complementaria de aquélla del Director, y debe haber entre ellos un claro entendimiento. Ambos firmarán contra la cuenta corriente, en forma conjunta o por separado, según convenga.

 

Debe diferenciarse el Tesorero de un eventual contador, función ésta que podría ser confiada a un profesional competente y honesto, debidamente remunerado, si la necesidad lo impone; éste no es miembro de la Comisión ni tiene voto deliberativo en sus decisiones. El hecho de contar con los servicios de un contador, no exime a la oficina del Secretariado de la responsabilidad de llevar todos los controles internos requeridos para la contabilidad. Son funciones del tesorero:

 

  • Ejecuta los acuerdos económicos de la Comisión Diocesana.

 

  • Responde directamente de los recursos económicos de la Comisión, observando los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, los principios vigentes de la contabilidad y las normas que sobre administración de bienes eclesiásticos establecen el Derecho Canónico y Consejo de Administración de la diócesis.

 

  • Vela por la conservación y recto uso de los bienes adquiridos, de manera especial por el patrimonio de la Comisión.

 

  • Paga puntualmente “un salario justo y honesto al personal contratado” (CIC 1286) según lo acordado por la misma Comisión, la cual debe revisarlo periódicamente para realizar los ajustes prescritos por el Ministerio de Trabajo, y cumpliendo con las cargas sociales de ley.

 

  • Mantiene al día (por sí mismo o por el contador) los libros de contabilidad, e informar a la Comisión, cuando ella misma lo establezca, acerca del comportamiento económico de cada periodo.

 

  • Responde con exactitud por sí o por medio del Secretariado, tanto de las cuentas por pagar, como de aquéllas por cobrar.

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