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1. LECTURA:

Entender lo que dice el texto fijandose en cómo lo dice

La Palabra de Dios, en este texto evangélico, desarrolla dos temas fundamentales, distintos y a la vez muy relacionados entre sí: nuestra actitud ante el dinero, y las riquezas en general  (Mt 6, 24)  y la confianza en Dios que siempre cuida de sus hijos (Mt 6, 25 – 31), para cerrar con la obediencia a Dios como rey de nuestras vidas (Mt 6 32-34).

 

La primera parte es corta y contundente: no se puede servir a Dios y a las riquezas.
Al menos al mismo tiempo. O le damos  el primer lugar a Dios, o a las riquezas. Jesús habla de un esclavo, porque en su tiempo había personas que tenían esa característica: no se puede servir a dos amos;  ‘a uno o al  otro’.

 

Igualmente se debe entender la actitud del discípulo con respecto a Dios y a las riquezas: ‘el dinero o los bienes de consumo’. Y este planteo no tiene que ver con la cantidad de riquezas o dinero, sino con la actitud que se tiene ante ellos.

 

Aunque las riquezas o el dinero sean muy pocos, pueden atar el corazón de una persona. Y también se puede dar el hecho de que una persona que tenga muchas riquezas y dinero, si tiene a Dios por sobre todas las cosas, y busca compartir lo que tiene, no se ata a sus posesiones.


La segunda parte del texto es más larga y más descriptiva. Invita a confiar en Dios. Si miramos la naturaleza y vemos como Él "cuida" de las plantas y los animales, descubrimos cuál debe ser nuestra actitud.

Para Dios Padre valemos mucho más que cualquiera de los seres de la creación y nos acompaña con predilección. ¿Qué hay que hacer entonces? Confiar en Él. Por más esfuerzos que hagamos no vamos a añadir un día más a nuestra vida en la Tierra.

 

Si somos realmente hij@s suy@s nos "abandonaremos en Dios y enseñaremos  a los demás a vivir confiando en lo que dispone para nosotros; su amor nos tiene que llenar de razones. Es preciso que como hijos creamos en su providencia.


Existen dos elementos claves que sirven para darle un adecuado sentido a toda la unidad que va desde los versículos del 24 al 34. Está la preocupación, del griego merimnao, que significa, en sentido positivo, poner mucho cuidado de algo. En sentido negativo es interesarse demasiado por ello, impacientarse o perder el sosiego.

 

La última frase del versículo 24: “No se puede servir a Dios y al dinero” junto con la frase que prácticamente cierra la sección: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura” (v. 33).

 

La comparación de servir a Dios y al dinero adquiere sentido a partir del verbo “amar”, porque Mateo reserva esta actitud sólo para Dios (22,37-40); de ahí que el servicio se entienda de manera indivisible, pues Dios no quiere a otro dios junto a Él (cf. Dt 6,4; Ex 20,3).

 

La palabra que se utiliza para decir dinero (mamonás), significa también propiedad y riqueza, en la que se confía, o como dice Lucas: “es dinero injusto” (16,9). Ninguna cosa puede suplir a Dios, o mejor dicho, ningún  interés puede estar por encima de los valores del Dios de Jesucristo. Somos invitados a reconocerle como rey de nuestra vida y a obedecerle, para  "asegurar nuestra vida" por la presencia del bien y de su amor a pesar de las dificultades que podamos tener.

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