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SÍMBOLOS DE LA CORONA DE ADVIENTO

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.
Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas de-be ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.
Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.
Las manzanas rojas que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.
El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

María, la jovencita nazarena, encarnó en su vientre al Verbo eterno al decir „SI‟ a lo que Dios le pidió, cuando la visitó el arcángel Gabriel, preguntándole en su nombre, si aceptaba ser la madre de su Hijo. Su aceptación dio cumplimiento a la profecía de Isaías: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel” (Is 7,14).

 

Estando María desposada con José, y an-tes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo estaba esperando un hijo. José que era hombre justo, no quiso ponerla en evidencia, pero pensó dejarla en secreto cuando se dio cuenta que iba a ser madre (Mt 1,18).

María y José vivieron momentos muy difíciles. La ley de Moisés condenaba a muerte a una mujer que rom-pía su compromiso, su castigo era morir lapidada (a pedradas). José pensó que María le había sido infiel, y pasaron por su cabeza muchas cosas, pero como era hombre justo, decidió apartarla de su lado.
Vino el arcángel Gabriel a decirle a José, “que recibiera a María que había concebido por obra del Espíritu Santo y que pusiera el nombre de Jesús al niño, por-que él salvaría a su pueblo de sus pecados” (Cfr.Mt 1, 20-21).
El Hijo de Dios nació como todo niño, sus padres lo esperaron, lo desearon, y lo recibieron, brindándole su protección. Vino a liberar a su pueblo, es el Emmanuel, el Dios con nosotros.

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