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RETIRO DE ADVIENTO 2016

TEMA 1

LAS OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES

1.1 Base bíblica: obras de misericordia espirituales: Gal 6, 1-2

 

Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, ustedes, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. Ayúdense mutuamente a llevar sus cargas y cumplir así la Ley de Cristo

 

1.2 ¿Cuáles son?

 

1.2.1 Enseñar al que no sabe

 

Los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad (Dn 12,3b).

 

La nueva era digital nos ayuda a poseer una gran cantidad de información de manera inmediata sobre casi todos los temas, basta con hacer una búsqueda desde el teléfono celular o algún dispositivo que cuente con internet, no podemos excusarnos en no acceder a la información pero, ¿Qué criterios debo seguir para aceptar o rechazar esa información que recibo? ¿Qué información es verdadera? ¿Cuáles son las fuentes apropiadas para recibir información? Responder a las preguntas anteriores no es sencillo. Nos encontramos en un tiempo que todo mundo puede opinar de cualquier tema sin poseer la calidad o el título oficial que le autorice hablar con verdad, objetividad y certeza, y esto no aplica sólo a los temas de Iglesia.

 

Enseñar al que no sabe, va dirigido a liberar de las tinieblas de la ignorancia a todas las personas presentándoles a Jesucristo, la Verdad, no como un simple discurso filosófico y reglas de vida, sino un encuentro con Alguien que enseñó con sus palabras, pero sobre todo con sus obras. Así, nuestra primera enseñanza al que no sabe, es dada por el testimonio de vida y sustentada en la Palabra de Dios, buscando siempre el bien del hermano y su salvación por la justicia y la sabiduría divina, sabiendo que uno sólo es nuestro Maestro y debemos llegar a ser como él (Mt 10,24).

 

Conocer la Sagrada Escritura, la Tradición y las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia es necesario para poder adoctrinar al que no sabe; siempre nuestra asistencia a las diferentes escuelas, talleres, cursos, etc. de formación cristiana deben ir acompañadas de “predicar” aquello que adquirimos (Mt 28,20) teniendo claridad en verlo como gracia que proviene de Dios, por tanto, sin derecho a lucrar (Mt 10,8) o por mero deseo de fama personal (Hch 8,20-22).

 

1.2.2 Dar buen consejo al que lo necesita

 

Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento (Dn 12,3a)

 

La sabiduría popular nos llega por medio de refranes, son bien conocidos, por ejemplo: el que no oye consejos no llega a viejo… aconsejar implica la cercanía y sobre todo el amor al prójimo buscando guiar su camino por una senda iluminada para evitarle sufrimientos, un buen consejo busca el bien de la persona a través de una buena acción, los profetas son ejemplo de hombres que dan un buen consejo tratando de evitar los males al pueblo (Dn 4,24; Jr 23,22; Esd 10,3) reconociendo que la causa de todo buen consejo procede del Espíritu de Dios (Is 11,2; Tob 4,19), por tanto, posee valor mayor que los bienes materiales tan vacíos pero muy estimados por los hombres (Eclo 40,25). Un buen consejo es ofrecido y nunca debe ser impuesto, y mejor aun cuando es solicitado.

 

1.2.3 Corregir al que está en error

 

Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano (Mt 18,15-17)

 

Sepa que el que convierte a un pecador de su camino desviado, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados (St 5,20)

 

La corrección fraterna que nos enseña Jesucristo en Mt 18,15-17 es el camino para mantener la concordia, la paz y la confianza en una comunidad, casi siempre iniciamos ese camino de manera contraria: diciéndole a toda la comunidad el error del hermano y, algunas veces, sin ni siquiera advertírselo a él o sin que se encuentre presente, ocasionando tensiones, discusiones y relaciones insanas dentro de nuestras comunidades.

 

Aunque es poco agradable para todos escuchar que nos corrijan de nuestros errores, aun cuando es de la manera adecuada que nos presentó Jesús, con el tiempo aceptamos nuestro error, es decir, nuestra conducta desviada que nos lleva al pecado y entonces llegamos incluso a agradecer a la persona por su acción amorosa de regresarnos al buen camino del Evangelio.

 

Debemos tener en cuenta cuando realizamos esta obra de misericordia, de mantener nuestra intención recta, de buscar el bien del hermano, que sea una situación de fe y moral, contar con el conocimiento adecuado para que sea objetiva y no mera apreciación personal, su posibilidad de ser corregida y siempre centrar la atención en la acción y jamás en la persona.

 

La forma en que expresamos nuestra corrección también es muy importante, necesitamos referirnos de manera puntual a un hecho concreto, evitando generalizar el comportamiento del prójimo adjudicando un “siempre” o “nunca”.

1.2.4 Perdonar las injurias

 

Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas (Mt 6,14-15).

 

Solo la persona que se sabe perdonada puede otorgar el perdón. Al momento de leer o escuchar la palabra “injuria” en nuestro idioma podemos entenderlo como chisme, falsedad o mentira, es decir, andar privando de la buena fama a una persona; pero también aplica cuando se andan difundiendo “las verdades” de alguien a todo el mundo sin buscar la corrección fraterna discretamente como lo mencionamos en la obra anterior. Proponemos ahora que también consideremos para nuestra reflexión el significado en idioma inglés, “injury”, nos refiere a un daño físico, a una lesión física corporal, lo cual implica dolor, sufrimiento y, muchas veces, una marca que puede durar unos días o permanecer mucho tiempo hasta hacer una cicatriz que no pocas veces dura para siempre. Podemos pensar la mayoría de las veces que nuestros pequeños comentarios contra la buena fama de los demás son inocentes e inofensivos, pero podemos ir causando poco a poco esas pequeñas heridas y de tanto repetirlas no permitir que cicatricen; es ahí, cuando sólo el sabernos amados y perdonados por un Dios misericordioso que envió a su Hijo para perdonarnos, de donde surgirá mi capacidad para perdonar las injurias que recibo de los demás. En la resurrección de Cristo en su cuerpo glorificado se mantienen las “marcas” de la crucifixión” en manos y pies (Lc 24,40), es una manera de invitarnos a perdonar a los demás a pesar de que las marcas del daño que nos ha sido infringido persistan en nuestra persona.

 

La principal invitación que debemos de recibir por medio de esta obra es evitar “pagar con la misma moneda” por medio de la venganza, las acciones de las que hemos sido víctimas, buscar que el amor triunfe en el trato con esa persona o personas que nos han hecho un daño específico “porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos (Mt 5,46)”. El mandato de Jesús para nosotros sus seguidores es claro: “Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan” (Mt 5,44) deteniendo con ello la ola de violencia que marcó al hombre desde la creación (Gn 4,8).

 

1.2.5 Consolar al triste

 

Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores (Lc 7,12-13)

 

Alegría y tristeza son dos realidades que nos acompañan en toda nuestra vida, jamás debemos pensar que una u otra tengan relación, ya sea la tristeza como costo por estar alegres o la alegría como recompensa por una larga tristeza. Existe un gran abanico de posibilidades que motiven en nosotros el sentirnos tristes; recordemos el joven rico (Mt, 19,22; Mc, 10,22) que estaba lleno su corazón de los bienes materiales que poseía y no fue capaz de dejarlos para seguir a Jesús, el profeta Nehemías se declara triste ante el Rey porque su ciudad se encuentra destruida, posterior al exilio en Babilonia (Neh 2,3), Tobit, tras las afrentas que debe vivir en el exilio y los reclamos por vivir la Ley de Dios (3,1) siente tristeza en el alma.

 

Un punto muy inusual en el Evangelio, es el consuelo que Jesús otorga en medio de su pasión, con la cruz a cuestas y camino al calvario, a las mujeres de Jerusalén que lloraban por él, ¿que acaso no nos resultará muy lógico llorar por aquél que está sufriendo más que recibir consuelo de él (Lc 23,28)? Es el camino verdadero de la compasión la invitación que nos hace Jesús, no es llorar desencarnados del otro, sino con el otro, no se puede consolar al triste conservando nuestra realidad, sino implica hacernos con el otro, unirnos al otro, padecer con el otro; jamás observándolo desde arriba y ajenos a él. Las mujeres lloran por el sufrimiento de Jesús, él las invita a llorar por la injusticia y el pecado del hombre; el poder consolar al triste implica reconocer la justicia de Dios y de los hombres, luchar por ella y vivir en ella.

 

El triste no se consuela con discursos o consejos que expliquen su pena, la tristeza es un sentimiento, y como tal se asume y se busca actuar de una manera correcta ante lo que se siente. Para consolar lo más importante es buscar una “comunicación compasiva” similar a la que se implica en el encuentro con un enfermo, no es solamente sermonear sino implica entregarse y compadecer, sufrir, con lo que está viviendo el hermano.

 

1.2.6 Sufrir con paciencia los defectos de los demás

 

Soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz (Ef 4,2b-3)

 

Buscar la perfección en Cristo es buscar la santidad, pero no hay modelos de santidad entre los hombres, el único modelo es Jesucristo, por tanto, hay tantos modos de santificarse como personas existen y han existido en todos los tiempos. A partir de esto podemos reflexionar sobre el tema de las acciones de los demás; tantas veces las personas nos pueden causar dolores de cabeza porque hace cosas que, en base a nuestros criterios, no deben realizarse y nos convertimos en jueces de los demás (Mt 7,1) causando tensiones en nuestras relaciones aun cuando todos buscamos la instauración del Reino de Dios en nuestra realidad.

 

Estas discrepancias se pueden volver más fuertes cuando las acciones no siguen los criterios evangélicos.

 

La paciencia es una virtud que proviene de Dios, una gracia que debe pedirse y ejercitarse, al saber soportar con amor los defectos, faltas o imperfecciones de los demás, damos testimonio de caridad y ejemplo de lo que Cristo ha hecho en nuestra vida.

Algunas veces, esas faltas del hermano, llevadas con paciencia y buscando siempre el corregirle con amor y en privado, pueden llevar a la conversión y salvación de él, sin embargo, otras tantas veces no es posible lograr eso, con mucho respeto debemos entonces conservar una sana distancia con el hermano sin olvidar nunca el servicio y amor que le debemos aún en esa santa lejanía.

 

1.2.7 Rogar a Dios por vivos y difuntos (2M 12,46)

 

Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado (2M 12,46)

 

Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: ‘Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado’. Dicho esto, gritó con fuerte voz: ‘¡Lázaro, sal fuera! (Jn 11, 41-43)

 

La oración es la fuerza del cristiano, es la fuente de alimentación de su relación con Dios, si queremos conocer a Jesús debemos mantenernos en oración; en Getsemaní Jesús invita a sus discípulos a orar para no caer en tentación (Lc 22, 40.46).

 

La oración del cristiano puede ser tan sencilla como una jaculatoria o acción de gracias, o tan tierna y reconfortante como la del niño pequeño que ora en su cama a Dios, dando gracias por el día y pidiendo por papá y mamá; sin embargo, siempre es escuchada y atendida por Dios, en miras a aquello que conviene para nuestra salvación.

 

La oración implica una relación también con los demás, el Papa Francisco a través de su método de oración “con los cinco dedos” nos ha recordado lo importante que es pedir por otros anteponiendo sus necesidades a las nuestras.

Así también todos aquellos que han fallecido necesitan de nuestra oración, desconociendo su juicio particular, podemos pedir para que se encuentren cara a cara con Dios o, si ya intuimos que lo están, para que intercedan por nosotros. La comunión de los santos implica esa unión, de interceder desde nuestras realidades unos por otros reconociendo la misericordia de Dios y conscientes, como dice el apóstol, en que “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch, 20,35), nos es sencillo poder “dar” lo de mayor valor que tenemos a los otros: la gracia de Dios para su persona.

DINÁMICA DE TEMA 1

 

Objetivo: El catequista reflexionará sobre las obras de misericordia espirituales, la motivación y conveniencia para su realización en la vida diaria.

 

Material: Papel y pluma o lápiz.

 

Descripción: Se formarán distintos equipos de trabajo de acuerdo a la cantidad de catequistas participantes, en el retiro se les pedirá que compartan y comenten las siguientes preguntas:

 

1. ¿De qué manera en la vida diaria o en su apostolado han puesto en práctica las obras de misericordia mencionadas?

2. ¿Cuál es mi motivación para practicar las obras de misericordia espirituales?

3. ¿Cuáles serán los principales motivos u obstáculos para no practicarlas?

4. ¿Qué sentido tiene en este tiempo de adviento el vivir la misericordia por medio de estas prácticas?

5. ¿De qué manera me comprometo personalmente, con Dios y con los que me rodean a vivir este próximo adviento la misericordia en los demás?

 

Dar un tiempo de reflexión prudente (10-15 min o como considere el coordinador) por grupo, al terminar algún representante de cada uno de los grupos compartirá, de forma breve, lo que en el grupo se comentó en referencia a las preguntas.

 

Receso

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