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RETIRO DE NIÑOS PARA

CONFIRMACIÓN

Tema  3

ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL BAUTIZADO

 

Objetivo:

 

  • Que profundicen en el conocimiento de la persona del Espíritu Santo, Dios mismo que

se da a nosotros

  • Que comprendan que está presente en nosotros como el que ama en el amado.

 

ESQUEMA PROPUESTO PARA EL ENCUENTRO

Ponemos en común los propósitos semanales.

 

  • Dinámica introductoria:   

 

 Enero del 2015.

 Por esas cosas de la vida, de nuestro trabajo nos mandan a hacer una experiencia de 3 meses en Wall Street, viviendo y trabajando exclusivamente con gente del  ambiente financiero. 

        Nos hacemos amigos de un japonés, en el fondo un buen tipo aunque ultra liberal, materialista, para quien todo en la vida se mide desde la ganancia o la pérdida.  Entre charla y charla, se entera que somos de México, un país tradicionalmente católico. Y  asombrado pero curioso, nos pregunta con entusiasmo

 

 ¿Qué ganas con ser religioso?, ¿qué cosas te da ese Dios en que crees para que vivas de ese modo?

 

  • El cuestionamiento es clave. Depende de lo que respondamos, el buen Japonés puede empezar a sentirse atraído por nuestra fe.

 

  • El desafío es grande. Por eso, en cinco minutos, cada uno individualmente piensa la mejor respuesta y la escribe. Luego se la pone en común, y por votación se elige la mejor.

 

  • Luego de la puesta en común leemos el siguiente cuento:

 

                                                TANTE CARMEN Y SU POISON.

 

Entre los muchos recuerdos de mi infancia, pocos me traen tanta alegría como el de Tante Carmen, sus visitas periódicas a casa y su perfume.

 

               Tante Carmen era una mujer musical, en el mejor sentido de la palabra.  No porque supiera algún instrumento en especial, - a gatas  canturreaba algún bolero de su época-, sino porque su presencia era como la de una orquesta entera.  Invadía el ambiente a tal punto que todo se teñía de Tante Carmen. Era una especie de Marilyn Monroe cinco talles más grandes.  Rubia con rulitos, enorme y cubierta de colores vivos: colorado, amarillo, verde, magenta o algún fluo fluo (todavía no estaban de moda). Con pañuelos imposibles de imaginar, su bijoux era para ser pintada por algún maestro del barroco rococó.  Alegre y abundante por donde se la mirase.  Cautivante, divertida, apasionante, con una magia que solo pocas personas logran ejercer sobre sus sobrinos. La respuesta justa en el momento oportuno, el chiste inaudito, la risa, la pellizcada, la sacada de lengua inesperada en medio de una conversación seria con los grandes de la casa.

 

               De las siete hermanas de mamá, era ciertamente la más interesante.  Digno caso  de estudio para algún antropólogo.  Le decíamos Tante, porque se  había casado con un millonario alemán, y al llamarla a su casa de Colonia, debíamos preguntar por Tante Carmen, que en ese idioma significa tía. Viuda y vuelta a la Argentina, permaneció su apodo.  Era una forma de distinguirla de las otras, y de expresarle nuestra clara preferencia. O más bien de devolvérsela, porque bien sabíamos que éramos sus sobrinos preferidos.

 

               Nos visitaba varias veces por semana, a horas inesperadas.  Pero su presencia se presentía gracias a su poison (se pronuncia puasón), su perfume  fuerte y dulzón en el que se daba baños de inmersión a lo Cleopatra.  Por ello, cada vez que el aire se saturaba de poison, bajábamos corriendo pues era signo de Tante Carmen.  De Tante Carmen y de sus regalillos.  Porque tenía vocación de mamá Noela.  De sus carteras de Picasso salían desde vestidos para mis hermanas, hasta los polvorones que me consolaban en mis horas más mustias. Figuritas, rosarios, masitas, pelotas, Anteojitos,  la lista sería interminable. Sabía con qué chirimbolo alegrarnos según el momento en el que estuviéramos.  Era entonces que su visita se transformaba en fiesta.  Ella, su poison, sus chistes y sus polvorones.  Una especie de adelanto del paraíso, que se terminaba en cuanto llegaba su remis o teníamos que salir para el colegio.

 

               Hubo una semana en que no apareció ella, ni su perfume, ni su bijoux.  Faltaba Carmen, faltaba alegría.  Se percibía en el aire.  A medida que pasaban los días la ausencia calaba más hondo.  Hasta que decidí poner fin a tanta añoranza y resuelto, marqué su número para saber que pasaba.  Pero mi instinto me traicionó,  y cuando la mucama entendió el teléfono, yo firmemente le pedí si no podía mandar en un taxi los polvorones de Tante Carmen. A lo cual, después de un largo silencio ella respondió:-" La señora dice que sin Tante Carmen no hay polvorones".  Y colgó.  Blanco del susto, ante tal respuesta quedé mudo. Mi cara delataba alguna culpa en proceso de expansión.

 

               Mamá, que había estado observando toda la escena, riendo me preguntó que me pasaba.  Y luego me contó la gravedad de mi ofensa.  Tante Carmen estaba con gripe, y yo en vez de preguntar por ella, o ir a verla, pregunté directamente por los polvorones.  Estos venían a casa con ella para celebrar el encuentro. Eran parte de la fiesta.  Sin ella, no tenían sentido. En resumen, quise apropiarme del don sin el donante.   Lo cual era, en este caso, gravísimo.  

 

Arrepentido, corrí en bicicleta hasta su casa.  Toqué el timbre.  Ella misma me recibió en un  peinador lleno de plumas Me estrujó entre sus brazos, me llenó de besos, y me sentó en su cama.  Y sin más palabras que los gestos, comimos polvorones impregnados de poison.   Y hubo fiesta.

                                            (Extraído de Mosaico de enanos, Lautaro Esquivel)

                                                                                                                                                                    

Preguntas:

 

¿Quién era el don en el cuento?

¿Qué efectos traía su visita?

¿Qué hay de analizable con nuestra relación con Dios?

¿En qué consiste su "visita" a nosotros?

 

CIERRE DEL ENCUENTRO

 

A continuación leemos:   Rom 8, 14-18

 

            Como podrán observar, el apostolado es simple y concreto. Cristo nunca hablo en difícil, los apóstoles eran en su mayoría analfabetos, pero había amor y eso bastaba.

Y eso es algo que nunca debe faltarnos. Puede que no sepamos un montón de cosas acerca de la Iglesia o de Dios, eso no debe preocuparnos porque se aprende.

 Lo que sí debe preocuparnos es el hecho de que no haya amor en las cosas que hacemos y decimos. Recuerden la letra de la canción esa que dice: “Si yo no tengo amor, ya nada soy Señor...”

           

Podríamos entonces terminar el encuentro cantando ‘Cartas de San Pablo’

 

AYUDA PARA EL COORDINADOR

          

              Si conocieras el don de Dios”..... Dijo Jesús con tristeza a la mujer samaritana que estaba junto al brocal de un pozo. Si tuviéramos ojos para ver, y fe para sentir el revoloteo del Espíritu que se nos acerca de mil maneras: en alegrías pequeñas e ilusiones   grandes, pero siempre marcadas por aquella luz que viene de lo alto.

 

 Cambiaría nuestra vida. ....... Si conociéramos el don de Dios..... O bien, si conociéramos que él mismo es su Don, que su entrega es auto entrega, que su primera nota personal es el donarse... El Padre se dona al Hijo, el Hijo se dona al Padre. Y esa donación de amor recíproca es tan fuerte que se transforma en persona. Desborda de sí y se vuelca en nosotros.  Así, el primer nombre del Espíritu Santo es Don divino, o Amor de Dios, que es lo mismo que decir don.  Porque amar es darse. Así lo dice 1 Jn 3,16; Jn 14,23, Gal 2,20.  Ya no soy yo, sino Dios que me habita.

 

 Que vive en mí. Entonces, empiezo a vivir con su vida.  Si conociéramos  al Espíritu que es don y se nos entrega pedazo a pedazo como muestra y anticipo de ese don final que será el amor en plenitud perfecta  vivido al lado de nuestro Dios!! 

 

             Pero en este mundo donde todo es comercial y todo es consumo, hemos perdido la noción de lo que significa un regalo, un don..... Ha perdido la espontaneidad, lo que tiene de sorpresa, esa demostración de afecto gratuita, sin un porque, sin una razón.  ¿Cómo vamos a saber entonces que es el Espíritu Santo que es don y regalo por excelencia?

 

Que nos quede claro.  Lo primero que Dios nos da es a Él mismo.  Los regalitos, los polvorones surgen como consecuencia de su entrega en la cruz, y de su presencia en mi vida.  Ahora bien, cuando Él es quien llega, llega con sus dones.  Lo percibimos a través de ellos. Son el perfume que nos anoticia de su presencia.  Por ellos, nos hace parecidos a Jesús.

 

“Darse” es la esencia más linda del cristiano. Pero es también la más difícil. Por eso Dios viene a enseñarnos en la persona de Jesús. Dios es don en sí mismo, y este es el gran misterio de la Trinidad  Divina. El Padre, el Hijo y el Espíritu que se dan unos a otros. Y esa vida infinita que es don entre las divinas personas, se extiende a nosotros en lo que llamamos “gracia”, y que no es otra cosa que la vida de Dios comunicada a nosotros.

 

De la misma manera, el Espíritu Santo es la Trinidad extendida a nosotros, es una invitación a participar de esta vida íntima con nuestro Dios.

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