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Tercera Meditación

“Jesús entró, para quedarse con ellos” (Lc 24, 29c)

 

Primer momento:

  • Busco nuevamente un lugar donde pueda estar tranquilo/a.

  • Comienzo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

  • Me acomodo y relajo el cuerpo en preparación para el encuentro con el Señor.

  • Pido esta oración

 

 

 

Segundo momento:

  • Sigo estos pasos para la oración:

    1. Leo el texto de Lucas 24, 13-32. Nuevamente con la imaginación me hago parte de la escena. Soy un(a) participante  más.

   

    2. Complementación:

         - Tal vez no estamos acostumbrados a pensar en la Eucaristía como una invitación a Jesús para que se quede con nosotros. Tendemos a pensarlo al revés. Pero Jesús quiere ser invitado De lo contrario seguirá su camino. Jesús no impone su presencia. Si no lo invitamos seguirá siendo un desconocido.

         - La Eucaristía requiere esta invitación. Una vez que hemos escuchado su Palabra durante las lecturas debemos decir algo más que: ¡qué lindo! ¡que interesante! Tenemos que buscar su amistad e intimidad. Tenemos que atrevernos a decir “Confío en Ti; me entrego a ti con todo mi ser, en cuerpo y alma. No quiero que sigas siendo un desconocido”  Esa es la primera respuesta a la Palabra de Dios que se nos dirige en cada celebración.

          - Pero el Evangelio sigue mostrándonos algo más todavía.  Cuando Jesús entra en casa de sus discípulos ésta se convierte en su casa. El  invitado se convierte en anfitrión. El que ha sido invitado ahora es el que invita. Los dos discípulos que confiaron en el extraño hasta dejarle entrar a lo más íntimo, son conducidos a la intimidad de su anfitrión. “Y mientras estaba con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio”.

          - La Eucaristía es el gesto más humano y más divino que podamos imaginar. Ésta es la verdad de Jesús; tan humano y, sin embargo, tan divino.  Tan cercano y; sin embargo, tan  inalcanzable.  Es la historia de Dios que nos deja verlo y tocarlo.

          - Jesús no se guarda nada, se da todo: “Coman y Beban”; éste soy Yo que me entrego a ustedes”. De alguna manera cuando invitamos a alguien, con sinceridad y cariño, a cenar a nuestro hogar nos damos el todo por el todo para que el otro disfrute. Que mi amigo o amiga  sienta que lo quiero. 

           - En la Eucaristía es lo mismo, Jesús lo da todo. El pan y el vino se transforman en su cuerpo y sangre a través de su entrega. Así como Dios se nos hace presente en Jesús, así también Jesús se nos hace presente en el pan y el vino.

           - La autodonación de Dios es “Comunión”. Dios quiere hacerse uno con nosotros. Este deseo de comunión, de unidad que tiene Dios es el centro de la Eucaristía.  La Eucaristía  es reconocer y dar gracias porque Dios se nos da para que vivamos en comunión con él.

           - Los discípulos de Emaús cuando comen el pan que él les ofrece, sus vidas se transforman en la vida de él. Ya no son ellos que viven, es Cristo que vive en ellos.

           - La comunión con Jesús significa hacernos igual a Él, correr su misma suerte. La comunión crea comunidad. Ellos quedan solos pero a los dos les ardía el corazón en una misma comunión. La comunión crea comunidad porque Dios nos hace reconocerlo a Él en nuestros semejantes. Aparece así un nuevo cuerpo espiritual que nos hace ver al otro como otros Cristos y eso nos invita al amor, a la justicia, al perdón y a la solidaridad.

   3. Me pregunto:

         - ¿Cómo fue mi Primera Comunión? ¿Qué recuerdo de ella?

         - ¿Creo en que el pan y el vino pasan a ser Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Por qué?

         - ¿Qué experiencias interiores he tenido al comulgar?.

         - ¿Cómo puedo yo ser hostia viva para los demás?.

         - ¿Cómo vivo yo la comunión en la diversidad de mi comunidad?

    4. Después de todo lo orado en este momento, pegunto a mi corazón: ¿Qué le digo al Señor?. Escribo una breve oración de alabanza, petición, oración, etc.

  • Concluyo esta oración agradeciendo el amor de Jesús por mí y ofreciéndole un compromiso personal de mayor entrega de mi vida, ojala algo concreto, rezando un Padre Nuestro y un Ave María…

Tercer Momento:

  • Concluyo este tiempo de oración, dejando 5 minutos para revisar y anotar los frutos de este tiempo de oración.

​                - ¿Logré conectarme con el Señor?, ¿Estuve muy inquieto(a)? ¿Cuál es la razón? 

                - Luego de una mañana de oración ¿Qué cosas continúan ayudando y Qué cosas me dificultaron la oración?

                - ¿Qué ha pasado en mí? ¿qué sucedió en mi mundo interior?

Señor Jesús, te invito que entres en mi casa para que partas el pan y poder ser yo también partido para el mundo.

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